Las actuales jefas de “Vista Alegre”, Marga y Amparo, o a la viceversa, me han pedido con cierta urgencia -ay, siempre las prisas- escribir un obituario en el fallecimiento de nuestro viejo compañero de profesión, Manolo Pamies, unas pocas letras sobre ti, Manolo, un obituario. Y te prometo por lo más sagrado que no sé cuál es el verdadero significado de esa palabreja. Tampoco quiero saberlo. Sin embargo, escribidor, para mí siempre estarás dentro dela vida, por tus informaciones, por tus sabias opiniones, y porque nos conocimos profesionalmente hablando en tus colaboraciones desde las páginas del entrañable Semanario -de pueblo, sí, pero que tratábamos entre unos cuantos que fuera de todos-, con el que tanto querías.
Recuerdo perfectamente, en aquellos benditos años, las veces que me cabreaba contigo cuando en tu sección “Noticiero Local”, mezclabas, tal vez sin proponértelo, la información y la opinión, todo dentro del mismo saco, pero que al final todo resultaba informativo y con ese puntico de mala leche tan necesario en esta profesión. Yo creo, Manolo, que a ti te encantaba sobremanera plasmar en las páginas, ente los debates, en las tertulias, en las conversaciones entre amigos, digo, plasmar siempre tu sabia opinión, sabia por la experiencia acumulada por el transcurso de la vida, de tu vida, sobre los acontecimientos cotidianos tanto en nuestra aldea como en la planetaria, sobre los hechos que acontecían en la rue, sobre las noticias que merodeaban en nuestro pueblo y el mío. Pero, en fin, creo que eso ya es harina de otro costal, de un viejo costal que con el tiempo hemos asumido plenamente.
Sé, positivamente, que en tu obituario se debe reflejar aquello que es políticamente correcto (tú que has sido tan políticamente incorrecto y tan denostado por tirios y troyanos), que se debe escribir de las bondades y de la bonhomía del personaje público que has sido, es decir, escribir sobre ti por tus actos como informador o periodista. Y digo que para esos menesteres ya están otros y con mejor pluma que la mía, ¡y eso que yo tengo pluma! Simplemente diré que siempre me has parecido un buen tipo, fiel a tus convicciones, con buenas maneras, con honestidad en tus planteamientos, fajador, encajador y con buen sentido del humor. Así que tan sólo me resta escribir , en las páginas de este Semanario (al que tantas veces has cuestionado para mejorarlo, y con razón) que unos amigos tuyos o conocidos o que te apreciaban, es decir, María José, Miguel Ángel, Rodolfo, José Serna, Alejandro Blanco, Andrés Antón, Maximiliano, Amparo Peiró y yo mismo quisimos y pudimos rendirte un homenaje en vida, como hay que hacerlo, editándote una recopilación de artículos tuyos seleccionados por ti mismo para recogerlos en un libro que con toda modestia resultó un rotundo éxito.
En fin, no quiero extenderme más, porque prácticamente todo está dicho y hasta en la muerte no has pasado desapercibido. Yo hubiera puesto encima del féretro además de la bandera republicana, la inseparable gorra que te hacía singular.
Hasta pronto, Manolo, y cuando nos veamos, estés donde estés, seguiremos manteniendo la costumbre de brindar tú con el “Ricard” y yo con la “Paloma”.
Óscar Albaladejo