Decisiva intervención de los cuerpos de seguridad en el incendio de la Playa de Los Locos: “Era imposible acceder al edificio”

El pasado día 24 de enero se declaró un aparatoso fuego en el Residencial El Palmeral de la Playa de Los Locos (C/ Mariano Ruiz Cánovas, 37). La vivienda donde se originó el incendio quedó calcinada y el hombre que residía en ella fue, al parecer, quien provocó el fuego con toda probabilidad, según apuntan los investigadores. El fuego se originó pasadas las cinco de la madrugada y, como consecuencia del mismo, resultaron heridas de cierta consideración hasta siete personas.
Los servicios de policía y emergencias realizaron una dificultosa y positiva intervención. Entre ellos estuvieron miembros de la Policía Local y con algunos de ellos hemos podido conversar para dejar constancia de estos momentos críticos de su trabajo diario. En concreto, hemos estado con los agentes A- 80 y A- 146, quienes relataron algunos de los riesgos a los que se enfrentaron en este incendio, junto con sus compañeros, la agente A- 109 y el policía A – 110. Todos ellos conformaban dos patrullas que fueron las que se presentaron en el lugar del suceso y que se sumaron a las patrullas de la Guardia Civil, que también estaban llegando en ese momento. Lo primero que recuerdan es que tuvieron que derribar la puerta de acceso a la vivienda con un mazo y a continuación derramar varios extintores, aunque, “aun así, era imposible entrar por la cantidad de objetos que había en el interior del piso”. Enseguida, tres de los agentes locales comenzaron a llamar a todas las puertas posibles para desalojar a los residentes. En esa acción, según relata uno de los policías, “hubo un momento en el que había tal cantidad de humo que se hacía imposible”. Por eso trataron de desmontar las ventanas de los pasillos, con el fin de poder aguantar un poco más, “aunque hubo un momento que ya no se podía respirar ni ver nada por la densidad del humo”. En ese instante, se tomó la determinación de desalojar el edificio y a la gente que estaba pidiendo ayuda por las ventanas y balcones se les indicó que cerrasen las ventanas y que se resguardaran en el interior de las viviendas, a la espera de la llegada de los bomberos. Una vez hecho esto, y ya en el exterior, los agentes se llevaron la sorpresa de ver a un hombre en el balcón del piso del incendio, “que estaba tranquilamente en el balcón fumándose un cigarro y le estaban cayendo las llamas encima”. Fue entonces cuando los agentes intentaron trepar para rescatarlo, pero no hubo manera posible de hacerlo y el A- 80 vio unas mesas de terraza y decidió ponerlas, con ayuda de la A- 109, para frenar el impacto de la caída de esta persona desde el primer piso. El A- 80 se subió a las mesas con la ayuda de un guardia civil y le hacía indicaciones al hombre para que se tirase, pero él respondía que no. En el momento en que le cayó un trozo de toldo ardiendo fue cuando decidió lanzarse y, gracias a las mesas, se aminoró su impacto. Los bomberos llegaron poco después, pero el humo era muy grande y denso porque el hombre almacenaba en el piso electrodomésticos y otros enseres. A pesar de eso, rescataron a un hombre italiano, de nombre Piero, que se encontraron la escalera. Este señor informó de que su nieta de cinco años y su mujer se habían caído en la escalera y no había forma de subir de la primera planta. En el relato de los hechos, los agentes recuerdan que a continuación salió rodando otra señora con toda la cara y ropa impregnada del humo. Fue cuando ya se alertó a las ambulancias que tuvieron que dar oxígeno a varios de los afectados. Lo peor fue que tuvieron que estar más de dos horas sin saber del paradero de la niña y su abuela, conteniendo la desesperación del abuelo. La agente 109 hizo una gran labor, tratando de calmarle y hablando constantemente con él. No fue hasta pasadas las ocho de la mañana cuando aparecieron la abuela y la niña en el tercer piso, gracias a que un vecino les dio cobijo. Los agentes recuerdan todos estos momentos como muy angustiosos y de mucho sufrimiento y los instantes más trágicos cuando el abuelo no se resistía a dejar dentro a su mujer y a su nieta. Lo recuerdan como lo más terrible del suceso, porque todo el mundo quería acceder, sobre todo los bomberos, y era algo imposible.

Al parecer, el incendio fue provocado por el vecino del primer piso, el cual podría sufrir el síndrome de Diógenes. Incluso desde la Policía Local se revisaron las llamadas y parece ser que dos días antes se habían recibido llamadas amenazantes.
Los agentes no salen de su asombro de que en un incendio como éste nadie perdiera la vida. “Fue un milagro”, aseguran. En total, el suceso arrojó una nómina de seis personas heridas y veinticinco evacuadas del edificio. La labor de la Policía Local y también de las patrullas de la Guardia Civil, que fueron los primeros que llegaron al lugar, fue providencial y determinante para que la gravedad del incendio no fuera a más. Los agentes están muy satisfechos de la coordinación que tuvieron con los efectivos de la Guardia Civil y resaltan que éstas son las cosas que merecen la pena “en una profesión en la que recibimos más críticas que elogios”.