Antonio Torregrosa Sala, ganador del VI Torneo Nacional de Debate Parlamentario

Inquieto, perfeccionista y brillante. Así es Antonio Torregrosa Sala, el joven torrevejense que hace unas semanas ganó el VI Torneo Nacional de Debate Parlamentario celebrado en Murcia. Pero éste no es el primero. Antes, Antonio había recibido premios en ciudades como Málaga, Barcelona o Santiago de Compostela. Actualmente está terminando su doble grado en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona, aunque este joven amante de las ciencias sociales ya ha conseguido trabajo en un despacho de abogados. “Pensé estudiar Derecho porque me interesaba resolver problemas con la justicia, y Ciencias Políticas porque me parecía un excelente complemento a derecho”. Esta semana hemos hablado con él, para descubrir su trayectoria y su pasión por la oratoria.

Vista Alegre: ¿Cómo te introduces en el mundo de la oratoria?
Antonio Torregrosa: Vi un cartel del club de debate de la Universidad de Barcelona en la facultad. Estaba en segundo de carrera y fui a recibir formaciones. Desde ahí no he parado de ir a torneos…
V.A.- ¿Te había llamado la atención antes?
A.T.- Siempre me había llamado la atención, pero no sabía que había una asociación o entidad específica.
V.A.- Es que es un mundo desconocido para la mayoría de estudiantes.
A.T.- Totalmente. En otros países está más extendido, pero aquí es bastante desconocido. Ahora hay institutos que se están preocupando e introduciendo oratoria en sus aulas, pero no es algo muy común.
V.A.- ¿Para ti qué es la oratoria?
A.T.- Es tanto un medio como un fin. Es un medio muy útil para todo, para una exposición en clase, una entrevista de trabajo o para comunicarnos con otras personas y expresar mejor nuestras necesidades y sentimientos. Por eso, pienso que hay una carencia importante en el sistema educativo y creo que se tendría que revisar. Y, como decía, también es un fin para aquellos que nos formamos y participamos en estos torneos en los que, además, nos lo pasamos muy bien y disfrutamos.
V.A.- Cuando escuchamos la palabra oratoria, lo más común es que nos venga a la cabeza la imagen de un mitin o del Congreso. ¿Cuál de los líderes políticos actuales te parece mejor orador?
A.T.- En la clase política hay una carencia generalizada de nivel de oratoria. Ahora mismo no te podría decir un ejemplo de político con buena oratoria, pero sí creo que hay una carencia importante. Si uno ve los debates parlamentarios, se puede percatar fácilmente de que muchas veces se va al parlamento simplemente a soltar un mitin y no hay un verdadero intercambio de ideas. No hay discusión ni debate propiamente dicho, lo que hay es repetición de consignas, repetición de discurso y búsqueda de votos.
V.A.- ¿Qué características debe tener un buen orador?
A.T.- Muchas veces asociamos buen orador a alguien muy barroco en el lenguaje y que se complica al hablar y yo creo que tiene que ser una persona con un estilo muy directo y con las ideas claras. Además, tiene que ser un buen lector, porque creo que es muy difícil ser buen orador sin leer o sin que te guste formarte.
V.A.- El secreto de la oratoria no está solo en la forma sino también en el contenido, ¿no?
A.T.- Por supuesto, yo la entiendo así. Creo que una correcta oratoria y retórica tiene que tener tanto un buen fondo como una buena forma.
V.A.- ¿Cómo te preparas, por ejemplo, para el campeonato que acabas de ganar en Murcia? ¿Entrenas para un torneo en concreto o aunque no tengas nada en agenda te sigues preparando?
A.T.- Los que solemos ir a torneos nos lo tomamos como un deporte e intentamos practicar. Luego, dependiendo del formato, practicamos de una manera u otra. En el último que participé, nos daban el tema del debate quince minutos antes y la forma de prepararlo era diferente. Como lo hacíamos por parejas, mi compañero y yo antes pensábamos temas, los discutíamos y nos cronometrábamos para simular realmente un debate.
V.A.- ¿El tema os lo dan allí directamente?
A.T.- En España hay dos grandes formatos, el académico y el de debate parlamentario. En el académico debaten dos equipos, uno a favor y otro en contra. En el de Murcia, originalmente se simula la cámara de un parlamento con cuatro equipos que debaten a la vez, dos en la oposición y dos en el gobierno. Se hace un sorteo para ver qué postura te toca.
V.A.- ¿Y a veces defiendes algo con lo que no estás de acuerdo?
A.T.- Sí, te puede tocar defender algo en lo que tú personalmente no crees, pero es un buen ejercicio porque así eres capaz de comprender o de ver y racionalizar posturas contrarias. Hay muchas formas de defender cada cosa y no todo es a o b. Se puede intentar ser coherente defendiendo cosas aunque no se compartan.
V.A.- ¿De qué disciplinas viene la gente que llega a la oratoria?
A.T.- Hay un predominio de las ciencias sociales, pero cada vez se incorporan más personas de otras disciplinas y así creo que debe ser. En el grupo que ganó en Murcia había una chica que era de Medicina, por ejemplo.
V.A.- ¿De qué debatisteis en Murcia?
A.T.- Debatimos varias mociones. Sobre el trasvase Tajo-Segura -es una particularidad de los torneos el introducir un tema de la zona-, sobre si la comunidad internacional debía intervenir en la recuperación y conservación de obras de arte por parte de países que están en conflicto, o si reconocer a Guaidó como presidente de Venezuela… En los temas locales, dan una información para la gente que es de fuera, pero al final esos debates son reducibles a confrontaciones de valores, de principios, y aunque no sepas mucho del tema, sí puedes intentar discutirlos. En parte, en eso está el ejercicio del debate.
V.A.- ¿Qué le puede aportar a una persona el aprendizaje de la oratoria?
A.T.- Yo creo que es tan útil como puede ser escribir. Una buena comunicación verbal es básica en cualquier profesión y en nuestra vida cotidiana. Por eso merece la pena formarse, intentar escribir mejor o leer más.
V.A.- Antes has hablado de la importancia de la lectura en la oratoria. ¿Qué estás leyendo ahora?
A.T.- Al ser estudiante de sociales intento leer varias cosas para diversificar. Hace poco terminé Las trampas del deseo, un libro de Dan Ariely sobre economía conductual, y Ficciones, de Jorge Luis Borges, pero ahora estoy con La Guerra Civil Española, de Antony Beevor. En la lectura creo que es importante tener un fondo de armario e intentar que no nos pille nada por sorpresa dentro de lo humanamente posible.