Tomás Ortiz Mendiluces, autor de la exposición fotográfica y el libro “Sensaciones”: “Lo que no se imprime no existe”

La sala de exposiciones del centro cultural Virgen del Carmen acoge desde el pasado sábado 16 la exposición fotográfica “Sensaciones” de Tomás Ortiz Mendiluces. Al mismo tiempo que era inaugurada la muestra, el fotógrafo presentó también la edición de un libro de instantáneas de Torrevieja que se enmarcan entre los años 1977 y 1990. El acto, que contó con la presencia de numeroso público, fue introducido por la directora del Departamento de Exposiciones, Carolina Martínez, y por el concejal de Cultura, Domingo Pérez. La presentación corrió a cargo del también fotógrafo José Miguel Toro Carrasco, quien señaló que la obra de Tomás Ortiz es una “ fotografía desenfocada deliberadamente, que es una fotografía artística en el más amplio sentido de la palabra”. Tanto la muestra, compuesta por 52 fotografías de 40 X 50, como el propio libro reproducen imágenes que rescatan muchos temas locales como el Carnaval, retratos, personajes, Semana Santa, monumentos, paisajes, salinas y otras imágenes de una Torrevieja ya lejana. El libro ha sido imprimido por la Imprenta Buades de Torrevieja y cuenta con el prólogo del fotógrafo Jaime Vera López. La exposición podrá contemplarse hasta el próximo día 13 de abril.

Vista Alegre: ¿Cuándo comenzaste a sentirte atraído por el mundo de la imagen?
Tomás Ortiz: Pues esto ha sido constante durante toda mi vida, desde que era muy pero que muy pequeño. Con 8 años ya le quitaba la cámara de fotos a mi padre y con 12 ya empezaba a revelar yo mis fotos. Tengo 53 años, así que imagínate los años que llevo viendo, aprendiendo sobre el mundo de la imagen, de la escultura y de todas estas cosas que están alrededor de este mundo. En definitiva, es arte.
V.A.: En este libro recoges imágenes desde 1977 hasta 1990 de lo que es tu experiencia fotográfica, pero también has hecho vídeo, televisión… Un poco de todo lo relacionado con la imagen.
T.O.: El trabajo me ha llevado a hacer reportajes de todo tipo y siempre he deseado estar cerca de casa, aunque me he ido trasladando de un sitio a otro y eso me ha llevado a tener muchos amigos que han ido llegando a mi vida, gentes muy interesantes, toda una suerte. Todo esto me ha llevado a aprender de todo el mundo.
V.A.: En todo este tiempo que comprende el libro, desde 1977 hasta 1990, ¿cómo ha cambiado la imagen?
T.O.: En esencia, es lo mismo. Lo que cambia es el método de captura, la forma de conservar ese momento, ese clip inicial, todo eso es lo que cambia. La captura es la misma, lo auténtico es obtener una imagen en unas décimas de segundo con una máquina que es una extensión de tu ojo, da igual que sea en digital, con un teléfono o con una cámara mal llamada analógica, porque lo que se hacía era un proceso químico. Pero bueno, cada uno entiende las cosas de una manera, el cambio exponencial ha sido que se ha hecho todo más fácil, más de casa, aunque se guardan menos cosas; cuando se pierde el teléfono, se pierde todo, por poner un ejemplo. El teléfono móvil ha matado a las cámaras compactas y no descarto que surjan nuevas cosas. Ahora todo el mundo quiere y hace fotos, aunque yo siempre digo que lo que no se imprime no existe. Por eso he querido hacer este libro con una selección pequeña de mis fotos sobre el pueblo y sobre mi gente.


V.A.: Tú has sido testigo de varias épocas de nuestra historia reciente. ¿Qué cosas te han llamado más la atención?
T.O.: Sobre todo, la forma en la que ha cambiado la población. Hemos pasado de no tener nada en el puerto, solamente el Real Club Náutico; de ver cómo el pueblo ha ido creciendo hacia fuera; el aluvión de gentes de todas partes que hemos recibido. Yo destacaría la forma de vivir, cómo era la parada de taxis, la evolución de la Torre del Moro… Nos hemos convertido en una multiculturalidad que es la que forma la Torrevieja actual.
V.A.: ¿Qué se va a encontrar el visitante cuando vaya al centro cultural a contemplar tu exposición?
T.O.: Verá una serie de fotografías que le van a transportar a las vivencias de una época ya pasada pero reciente, aunque hayan pasado ya muchos años. Lo bonito son los detalles que hay dentro de cada una de las fotografías que se muestran, desde el Hombre del Mar en el sitio original hasta cómo eran los paseos, los paisajes y también la gente. Sus celebraciones, el Carnaval, la Semana Santa… es todo un compendio donde no faltan las gymkhanas que organizaba el Pub Casablanca.
Me ha gustado ver cómo el público que ya está acudiendo añora aquellos momentos.
V.A.: Tienes un archivo inmenso y no sólo de Torrevieja, sino de todos los lugares por donde has ido pasando, como Callosa de Segura, el Mar Menor, Albatera y otros lugares. ¿Has cuantificado lo que tienes?
T.O.: Pues tendré unas 180.000 fotografías en 35 milímetros, otras casi 100.000 en seis por seis, y en digital he perdido la cuenta. Yo compro discos duros de cuatro terabytes, el sistema más amplio de almacenamiento, y hago numerosas copias de todo. Luego guardo todo en sistema óptico. Todo eso de blanco y negro, el color va aparte. Para el libro he estado dos años trabajando con los archivos de blanco y negro. Las fotos que están expuestas se pueden adquirir y forman parte de una serie sólo para Torrevieja. También del libro se puede pedir cualquier fotografía de las que salen. Los libros también están disponibles en todas las librerías de Torrevieja.
V.A.: ¿Qué has querido transmitir con el libro?
T.O.: Al fin y a la postre es la aventura de un chaval de 12 años que sale con su cámara a fotografiar cosas del pueblo y se encuentra con personas como por ejemplo Gore, que cuando estaba haciendo unas fotos de los primeros maniquíes con cabeza que ponía, salió y me dijo si es que le estaba copiando el escaparate. Son anécdotas más que otra cosa.
Luego también resaltar a personas muy importantes del pueblo como el fotógrafo Angel Andreu “El Cano” y todos los compañeros de aquel momento. También a las amigas y amigos que llamabas para practicar con la cámara, lo mismo que en el deporte, en el Instituto de Formación Profesional, de todos los lugares que frecuentaba en aquel momento.
V.A.: ¿Ha llegado el momento en el que te sientes más valorado fuera de Torrevieja?
T.O.: Es una pena, pero hay veces en las que te sientes así. A mí me hubiera gustado haber estado aquí en el pueblo, haber trabajado aquí, pero claro, cuando no encuentras la manera de quedarte aquí y tienes que salir fuera a hacer cosas de cine, de televisión, grabaciones, reportajes… He hecho muchas cosas y eso me ha dado la visión para solucionar problemas y para experimentar cómo se resuelven cosas en cultura, en turismo… Hace unos meses nos vimos en el Festival del Cante de las Minas y te diste cuenta de que trabajan de forma diferente. Yo creo que es bueno salir fuera y que te abran la mente y después poder aplicar cosas en casa.
V.A.: Últimamente te has especializado en fotografía de gimnasia rítmica, que es algo complicado porque se trata de un tipo de fotografía que está en total movimiento.
T.O.: Pues sí, y además los pabellones suelen estar oscuros. Como sabes, también soy electricista y algo me ayuda para saber la cantidad de luz que hay y cuáles son sus tipos. La gimnasia rítmica la elegí porque empecé hace doce años con una sobrina que me invitaba y, después de ir muchas veces, al final abrí una página web que se llama Gimnasia Rítmica Española, y me llegan solicitudes de todas partes. Me sorprende que contacten conmigo gentes de todo el mundo. Sin embargo, en mi zona, desde Valencia a Murcia, no me reclaman mucho.
V.A.: ¿Qué proyectos tienes a corto y medio plazo?
T.O.: Tengo en camino un libro de un tamaño similar al que acabo de presentar, para la Semana Santa de Cartagena. Este año, más de la mitad de las agrupaciones cartageneras van a sacar postales de mi firma. He venido haciendo los últimos doce años fotografías de las procesiones de Cartagena. También estoy haciendo localización de exteriores para hacer otro libro y también en gimnasia rítmica tengo previsto editar un libro.
V.A.: ¿Cuál es la fotografía que más ha quedado grabada en tu mente?
T.O.: Hay muchas, pero sí que es verdad que hay un antes y un después con el primer premio internacional “Caminos de Hierro”, en el 150º aniversario de los ferrocarriles en España. Fue una foto de un tren que iba a Lourdes en la estación de Callosa de Segura. Allí plasmé a una enfermera que abrazaba a una señora muy mayor, es un abrazo solidario y es una fotografía que ya de por sí es una crónica y que define una época de la vida y una forma de vivir.