Quizá de todos los partidos que quedan para completar el presente campeonato, el de El Barxell se presentaba como más propicio para retomar la cuenta de puntos. Después de presenciar lo acontecido, quizá un resultado muy distinto habría reflejado el marcador en caso de haberse afrontado con unas garantías mínimas para competir. Pero así están viniendo las cosas, y al final, por puro agotamiento, el Torrevieja acabó doblando la rodilla después de un espléndido trabajo de los diez hombres que se vistieron la camiseta. En el periodo tan extraño que nos está tocando atravesar, lo más doloroso de esta derrota ha sido el momento en que se consumó, teniendo en la boca el caramelo durante media segunda parte. Haciendo recuento de las ocasiones, sin duda los locales las tuvieron en abundancia y en claridad. Pero el Torrevieja pudo incluso haber amarrado con un segundo tanto antes de que se desmoronara el castillo de naipes. No se puede pedir más, salvo que esta lucha hubiera durado apenas cinco minutos menos.
Pese a las tres incorporaciones habidas en la plantilla durante la semana, las nuevas bajas, por distintos motivos, dejaron al equipo otra vez con una decena de nombres; y eso considerando que Cristóbal, el guardameta, actuó de interior derecho, y no lo hizo mal. Con el esquema disponible, Pedreño ordenó un 4-4-1, con la repetida intención de estrechar la zona central para dejar en fuera de juego a los atacantes rojiblancos. En la primera parte, en honor a la realidad, sólo la falta de puntería adversaria nos permitió alcanzar el descanso con el empate inicial. Fueron sucediéndose las oportunidades para José Domingo (15’ y 20’), Giuseppe (24’, solo ante Chus), Pascual (26’, con remate desviado por el portero y repelido por el poste), Aridái (37’), Aarón (38’) y de nuevo José Domingo (42’). No marcó el Petrelense, y acabando el primer periodo (44’), Josu se plantó en el área con una arrancada y obligó a Luis a intervenir. Fue el síntoma de lo que ocurriría tras el descanso.
El Torrevieja, muy obligado físicamente, continuaba con su papel. A los 3 minutos de la reanudación, Chus volvió a actuar decisivamente, desviando con el pie un remate desde cerca de Yari. El Petrelense se estrellaba contra uno de sus lastres en la temporada. Los visitantes veían menos improbable la consecución de un mejor resultado y empezaron a estirarse con peligro. Cabe destacar el gran despliegue de todo el equipo, aunque mencionaremos la labor de Josu, que recibió varios golpes en su solitaria pelea y, junto con Tomi, puso en jaque a la defensa local. Entre estos dos forjaron la siguiente opción para los nuestros (16’ de este periodo), con tiro alto de aquél. Poco después, la jugada del penalti, transformada, aun con suspense, por Tomi. Lo que parecía imposible se presentaba a nuestra vista: bastaba —que era mucho— con mantener la disciplina defensiva y, quién sabe, con procurar más contragolpes, por lo que pudiera caer. En efecto, a los 27 minutos, otra vez Josu se fajó con su marcador y se coló solo hasta el área, pero con la mala fortuna de que su remate raso fue rechazado por el palo.
Claro estaba que los de Rubio, que además habían podido mover el banquillo, lanzarían su última ofensiva apoyados en la mayor reserva de energías. Pero el reloj avanzaba, Chus se mostraba muy seguro en los centros, su defensa muy bien colocada, y las demás líneas ayudaban con eficacia en la tarea de contención. El Petrelense iba desdibujándose según nos acercábamos al final. El ritmo se había frenado ostensiblemente —contribuía la comprensible contemporización de los nuestros—, los pases largos no alcanzaban destinatario y enfilábamos ya la prolongación. Pero en el recurso de emergencia, es decir, los envíos al área hacia la cabeza de un delantero espigado, lograrían los de casa dar la vuelta al partido, contando además con la colocación y el acierto de Joshua (85’ y 88’) de cara a puerta. Los bravos jugadores torrevejenses, así como quienes los habían acompañado, eran la viva imagen de la desolación. Tanto pelear para ver cómo se esfumaba el premio.