Un gran ejemplo de pasión y entusiasmo por la ciencia. Así es el ilicitano Francisco Martínez Mojica, investigador y profesor titular del Departamento de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante. Mojica es el descubridor de las secuencias genéticas CRISPR y su equipo fue el primero en mostrar que estas herramientas se relacionan con la inmunidad de las bacterias ante el ataque de virus. El desarrollo de esta tecnología para la edición genética ha supuesto una revolución y es empleada en laboratorios de todo el mundo. Mojica fue nombrado en 2017 Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia y en 2018 por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Entre sus numerosos premios destaca el título de Miembro de Honor del Colegio de Biólogos de la Comunidad Valenciana. Mojica, además, es Hijo Predilecto de Elche, su ciudad natal. Este modesto científico no contempla ganar el Premio Nobel, aunque se dice que lleva años entre los posibles candidatos.
Vista Alegre: ¿Cómo podría explicar en términos sencillos lo que es CRISPR?
Francisco Martínez Mojica: Es un acrónimo que se refiere a unas regiones del ADN de bacterias que están implicadas en la protección frente a virus. Con mucha frecuencia las bacterias son infectadas por virus. Digamos que CRISPR es un mecanismo de inmunidad de bacterias frente a virus. Unos componentes de estos sistemas de inmunidad que están bien identificados y caracterizados son los que se pueden transferir a organismos -plantas y animales, e incluso humanos- para hacer modificaciones genéticas. Con éstos se consigue hacer una edición genética. Podemos hablar de CRISPR en dos términos: CRISPR nativo, que es un sistema inmunológico de bacterias que les permite defenderse frente a virus, y la tecnología CRISPR, que deriva de esos componentes, que son herramientas de laboratorio y esperamos que también terapéuticas.
V.A.- ¿Por qué se habla de revolución con las herramientas CRISPR?
F.M.M.- Se habla de revolución porque hay muchas herramientas de laboratorio con las que se pueden hacer muchas cosas y desde los años 60 se está incrementando enormemente el número de posibilidades que surgen de esas herramientas a nivel de investigación. En el caso concreto de las CRISPR hablamos de una revolución porque se están consiguiendo avances realmente sorprendentes que no se podía ni soñar en abordar hacer hace cuatro o cinco años cuando empezó esta revolución. Lo que se está consiguiendo es acelerar enormemente la velocidad y la precisión con la que se llevan a cabo determinados experimentos dentro de casi cualquier aspecto de ciencias de la vida o de la salud en laboratorios. Esto está permitiendo abordar, en principio, el estudio y esperamos que también el tratamiento de enfermedades hasta la fecha incurables o con un tratamiento con muchos efectos colaterales no deseados. Ya se ha conseguido en animales y se espera que se pueda llegar a conseguir en humanos. Estamos hablando de unas posibilidades, que son lo que son, posibilidades, pero con muy buena pinta. La realidad es que están facilitando mucho la labor investigadora y con ello el conocimiento y la posibilidad de abordar la cura de enfermedades, que es lo que más trasciende a la sociedad, pero no es lo único.
V.A.- ¿Qué tipo de enfermedades pueden curarse con CRISPR?
F.M.M.- Se conocen alrededor de más de 6.000 enfermedades de origen genético. Algunas de ellas se podía abordar su tratamiento con estas herramientas. Si la enfermedad es consecuencia de un error en el ADN del paciente, un error genético, estas herramientas permiten reescribir esa información genética y en principio se podría abordar con ellas. Esto incluye enfermedades metabólicas, como la diabetes, o enfermedades de la sangre, como hemofilias, así como enfermedades musculares y que afectan a la visión o a la audición. Enfermedades concretas como la de Huntington, que afecta al sistema nervioso y produce la degradación del cerebro, el envejecimiento acelerado… La lista es interminable, son muchas las enfermedades de origen genético que se pueden abordar. Luego están las enfermedades infecciosas por virus, como el sida, que se está abordando en animales de laboratorio y ya hay algún ensayo clínico en humanos para eliminar el virus de pacientes infectados. También hay ensayos clínicos en marcha con humanos para curar distintos tipos de cáncer, hemofilias o ceguera derivada de una retinopatía. Casi todo lo que se ha conseguido de momento con estas enfermedades es curarlas o paliarlas en animales de laboratorio. Insisto, hay ensayos clínicos en humanos en marcha, aunque sin resultados todavía. Lo que se solía hacer en los primeros experimentos de ensayos clínicos en humanos para curar el cáncer era modificar el sistema inmunológico de defensa que debería de destruir las células cancerígenas, extraerlas del paciente, modificarlas con las herramientas CRISPR y devolverlas al paciente para que sean capaces de localizar y destruir las células cancerígenas. Esto es lo que más se ha hecho hasta la fecha. Se llama aproximaciones “ex vivo”, que quiere decir que las herramientas no se le inyectan al paciente sino que se trabaja con las células del propio paciente fuera del organismo y luego, una vez modificadas, se devuelven. Aunque ya se ha dado el paso a un tratamiento inyectando en el propio paciente esas herramientas para curar la amaurosis congénita de Leber, inyectando las herramientas en la retina.
V.A.- Su investigación fue un proceso largo y complejo, ¿alguna vez pensó en tirar la toalla?
F.M.M.- Sí, eso te lo planteas muchas veces. Fue un proceso muy largo e incierto. Si es largo y sabes dónde te estás metiendo, sigues con más fe, pero cuando no sabes exactamente dónde te estás metiendo, que era el caso, pues a las primeras de cambio, cuando empiezas a fracasar, te hundes en la miseria. Pero bueno, la ciencia es así. Sigues y sigues y al final pues consigues un resultado o no. En mi caso sí que fue un buen resultado. Tardamos como diez años en saber que lo que teníamos entre manos -las herramientas CRISPR- hasta que supimos qué era lo que hacían.
V.A.- ¿Cuáles son los retos de CRISPR?
F.M.M.- Es una herramienta mucho mejor que las que había. Hay algunas cosas que pueden hacer las CRISPR que no se podía hacer con ninguna otra herramienta molecular disponible, pero no es perfecta, ya que tiene tres o cuatro detalles que se pueden mejorar. Por ejemplo, para hacer esta edición genética, reescribir y corregir errores responsables de enfermedades, tienes que dirigir estas herramientas dentro de una célula, de ese genoma, de ese ADN tremendo que tenemos. Son tres mil millones de letras y tienes que dirigirlo al sitio concreto dónde está ese problema y solucionarlo, reescribirlo y rectificarlo. Entonces, ocasionalmente, estas herramientas se van a otro sitio y pueden producir cambios al azar. Ese es un problema que se está intentando resolver. Las primeras herramientas que se utilizaron de CRISPR cometían muchos errores y se iban donde no tenían que ir; hacían muchas travesuras. Eso se ha pulido bastante, aunque todavía quedan muchos retos por resolver, sobre todo pensando en las posibles aplicaciones terapéuticas.
V.A.- ¿Puede el desarrollo de las aplicaciones médicas del sistema CRIPSR haberse visto obstaculizado por la disputa de patentes?
F.M.M.- Sí, seguro. La disputa de patentes a nivel de investigación en laboratorios cuando no se pretende obtener un beneficio económico sino conocer el origen de una enfermedad, que es lo que permiten estas herramientas, te da lo mismo. Sí te limita que una empresa farmacéutica quiera utilizar estas herramientas para curar una enfermedad concreta. Eso supone un gasto tremendo y conseguir la autorización para sacarlo al mercado supone una inversión muy grande. Si hay unas patentes detrás, hay que pagar a los propietarios. Si no está claro quién la tiene, ¿a quién le pagas? A la hora de la aplicación práctica sí que está limitando el número de empresas que se tiran a la piscina.
V.A.- Ha ganado numerosos premios y reconocimientos. ¿Cómo vive estar cada año entre los candidatos al Nobel? ¿Crees que 2019 será el año?
F.M.M.- Nunca he pensado que fuera a ganar ni este año ni el pasado ni dentro de veinte años. Es algo tan difícil que sería un insensato si tuviera la esperanza de ganarlo. Encima, teniendo en cuenta que todo son rumores porque las nominaciones a los Nobel son totalmente confidenciales, pensar en ello no es sensato. Nunca me lo he planteado, cuando lo oigo por ahí no lo asimilo y tampoco creo que merezca la pena hacerse ilusiones sobre algo que es tan poco probable. Yo diría que no es impensable y que hay bastante probabilidad de que se lo den a alguien del campo, que somos muchos. Mi relación con esto, además, es de hace mucho tiempo, un trabajo a partir del cual han derivado estas herramientas, pero ni tan siquiera he participado en el desarrollo en sí de las herramientas… Y lo más probable es que el Nobel, si se lo dan a CRISPR, es que se lo den a quienes desarrollaron las herramientas.
V.A.- Usted comunica sobre temas que no son sencillos. La ciencia es una disciplina que no todo el mundo entiende. ¿Cómo lo hace?
F.M.M.- No es fácil, tienes razón. Una cosa es explicar a un público que tiene una formación adecuada a lo que estás diciendo y otra a un público más diverso en el que puede haber desde quien no haya oído hablar nunca del ADN hasta quien entiende perfectamente cuando le hablas de transcripción genética. Es complicado porque tienes que ponerte en su lugar y analizar cómo explicarlo. Lo que mejor funciona son los símiles o hacer comparaciones con situaciones sencillas que puedan entender porque si no luego es muy frustrante para ti y para el que escucha.