Fútbol: Sin recambios es mucho más difícil

En estos comienzos de temporada se están repitiendo situaciones conocidas de las anteriores. Un equipo prometedor, que pone todo lo que tiene en el campo y es capaz de generar ocasiones para ganar los partidos, termina perdiéndolos porque el rival, además de tener compensadas sus líneas, puede reponer energías en los minutos finales. Es significativo que los goleadores visitantes, así como los que intervinieron en las combinaciones, fueran precisamente dos de los futbolistas sustitutos de otros compañeros. A los torrevejenses les correspondió, de nuevo, la desolación tras un trabajo bien hecho al que faltó apoyo numérico. Aquí nos estamos dando cuenta de que al fútbol se juega realmente con más de once.
Dos únicas oportunidades claras en la primera parte, una por bando. A los 7 minutos, Kevin se adelantó a un pase de un defensor a su portero y se llevó la pelota, aunque quedó muy escorado y su forzado remate fue desviado por éste. Y a los 40, Ramón rechazó un peligroso disparo de José Durá desde el vértice derecho del área, que iba dirigido a la escuadra contraria. A los 2 minutos de la reanudación, Brian volvió a dejar constancia de su clase con un gol espléndido. El Torrevieja afrontaba a una coyuntura semejante a la de la jornada anterior, si bien el adversario, en teoría, presentaba mejores credenciales. En el 10, Yedra cabeceó desmarcado un saque de esquina de Alberto, pero mandó la pelota fuera. Con el paso del tiempo, el Santa Pola adelantaba posiciones y se presentaba en disposición de remate. Lo más preocupante era ver cómo los delanteros iban ganando paulatinamente los momentos decisivos para colocarse.
No obstante, los salineros iban capeando el temporal y explotando al máximo sus opciones. El signo del partido pudo ser distinto si Agustín hubiera completado, tras un pase largo de Brandon Forero, una magnífica acción personal en la que dejó literalmente sentados a dos contrarios y luego, con la única oposición del portero, disparó al palo. Apenas quedaba un cuarto de hora, por lo que cabe suponer que un 2-0 a esas alturas habría resultado determinante. Pero los de Arroyo, que con la perpendicularidad de Fernando estaban inquietando en sucesivas ocasiones, atinaron para empatar seis minutos después. Y como suele ocurrir en estos casos, cuando viene un gol hay altas probabilidades de que venga un segundo. En acciones similares, el 9 santapolero rompió igualmente la zaga y dispuso de otras dos, en minutos consecutivos, salvadas por Ramón. El depredador había olido la sangre de la presa y se lanzó a por ella: Paloma estableció el resultado definitivo, entre la alegría de la afición visitante desplazada. En cuatro minutos, la realidad nos dio otra bofetada.