Un año más, y ya van seis, Torrevieja se rinde a la danza. Desde el pasado miércoles, la ciudad está celebrando el Día Internacional de la Danza, una iniciativa del Instituto Municipal de Cultura, la Escuela Municipal de Danza, la Academia de ‘Lola Morales y Arantxa Blanco’ y en la que este año también colabora la sede de la Universidad de Alicante -UA- en Torrevieja.
Durante estos días se están realizando diferentes actividades en Torrevieja, desde espectáculos en sala hasta talleres o maratones de danza a pie de calle. Un sinfín de actividades que tienen un objetivo común: visibilizar este arte a la vez que se despierta la emoción del público.
Esta semana ya hemos podido disfrutar de ‘In love’ -un espectáculo a cargo del Aula de Danza Contemporánea de la UA-, la gala de antiguos alumnos de la Escuela Municipal de Danza y la Compañía Murciana de Danza que anoche interpretó ‘Quiroga’ y ‘Poeta’.
Hoy sábado, la ilicitana AsunNoales, de ‘OtraDanza’, nos trae ‘Clandestino’ en una noche llena de misterio y diversión. Mañana, domingo 29, de 10 h. a 14 h. habrá talleres de ballet y danza española estilizada y por la tarde se celebrará ‘Explicadanza’, una iniciativa en la que el coreógrafo Toni Jodar acercará el mundo de la danza a los que quieran descubrir y experimentar este arte de una forma divertida y pedagógica.
El programa se completa hoy, de 10 h. a 12 h. en el Paseo de Vista Alegre, con la participación de las escuelas de danza locales y comarcales coordinadas por la bailarina torrevejense Arantxa Blanco en una nueva edición de ‘Danza a Pie de Calle’.
Deja la lectura de estas páginas para más tarde, ponte cómodo y… ¡sal a la calle a disfrutar de la danza!
Dicen los que bailan que hacerlo es como flotar. Que hay un momento en el que te abstraes de todo lo que tienes a tu alrededor y solamente estás tú, tu cuerpo y la música. Un juego a tres que transmite belleza. Una belleza que muchas veces es capaz de camuflar, a los ojos del espectador, el esfuerzo y el sacrificio que esta disciplina requiere. Porque bailar es volar pero también es aprender a volar.
Milos Patiño y Ariadna Sánchez están esta semana en Torrevieja con motivo del Día Internacional de la Danza. Él viene de Madrid, ella de Benidorm. Sus carreras nacieron aquí, en Torrevieja, aunque sus preferencias personales y profesionales han perfilado dos itinerarios tan diferentes como brillantes. Las carreras profesionales de la mayoría comienzan en la veintena. Las suyas iniciaron mucho antes, casi al principio de su formación porque ellos, desde pequeños, ya sabían lo que querían.
Ariadna comenzó con Lola Morales con cuatro años y aunque bailando sentía magia, después de haberse formado en distintos países y terminar la carrera con Premio Extraordinario, decidió que su camino era el de la docencia. Hoy es profesora interina y ha trabajado en el Conservatorio de Alicante y el de València.
La primera profesora de Milos fue Concha Díez. La inexistencia de un club de gimnasia artística en Torrevieja quiso que comenzase a bailar con diez años y solamente cinco después logró entrar al Real Conservatorio de Madrid. Hoy ya ha comenzado a cumplir su sueño: bailar en la Compañía Nacional de Danza.
Vista Alegre: Hace años que no bailáis en casa y volvéis con otra compañera, Rosabel. ¿Qué significa para vosotros volver a bailar aquí?
Ariadna: Yo siento mucha ilusión, es que la tierra tira mucho.
Milos: Volver a casa es como demostrar lo que has estado aprendiendo y haciendo. Es, de alguna manera, traerlo a casa y compartirlo con tu gente.
V.A. Para los que no bailamos, decidnos qué es bailar.
A.: Es una sensación maravillosa que yo personalmente solo experimento cuando bailo. Cuando lo hago no pienso. Puedo estar tres horas recibiendo una clase y es como si hubiese estado cinco minutos. Me evado, es que es mágico.
M.: Para mí algunas veces es eso y otras es todo lo contrario. A veces sientes un nivel de frustración extremo al ver que no consigues los objetivos impuestos por los cánones de la danza y te frustras.
V.A.: ¿Cuáles son esos cánones?
M.: Son muy concretos y muy abstractos, a nivel físico, artístico y técnico.
A.: Es un arte muy completo que tiene un alto nivel de exigencia corporal. Es decir, eres arte y tienes que expresar, transmitir y emocionar, pero a la vez tienes que hacer un trabajo técnico como cualquier deportista de élite que solo tiene que pensar en técnica. Para llegar a la excelencia tienes que ser brillante en lo artístico y lo técnico.
M.: Quieres igualarte a las estrellas del pasado y ves que no eres igual. Te esfuerzas y parece que no vas a llegar nunca hasta que un día notas una mejora. Ante tanta frustración, dolor físico y esfuerzo llega un día en el que se convierte en recompensa. Aunque nunca llega a ser satisfactorio del todo. Tú siempre ves el fallo aunque también es lo que te lleva a la excelencia. Pero también te puede destruir si no sabes lidiar con eso. Por eso muchos bailarines quedan en el camino.
A.: Es cierto, uno siempre piensa que podría haber salido mejor.
M.: Es que la danza crea un nivel de compañerismo muy alto y un nivel competitivo muy duro. Cuando comienza la clase se acaba ese compañerismo y aparece un competidor.
V.A.: ¿En la docencia también se percibe eso?
A.: En la docencia se intenta que no ocurra pero es inevitable porque llega la gala final y todo el mundo quiere estar en la fila de delante, todo el mundo quiere realizar el solo. Sin querer compiten entre ellos aunque tú intentes que no.
M.: También depende de la escuela en la que estás. Hay algunas que son factorías de estrellas, pero si estás en un conservatorio o una escuela modesta no puedes fomentar eso porque lo mismo estás destruyendo a gente psicológicamente. Se puede incluso llegar a transmitir un odio por uno mismo.
V.A.: Habéis tomado caminos muy distintos. Dos carreras brillantes que han comenzado en la misma escuela pero con itinerarios diferentes. Ariadna, tú elegiste el camino de la docencia.
A.: Sí. Yo empecé con 4 o 5 años y sobre los 12 empecé a concursar. Los concursos te abren las puertas al mundo de la danza y a estudiar fuera. Concursé hasta los 16 más o menos, y eso me permitió estar en Cannes, en la Escuela de la Ópera de Roma, en Budapest o en el Real Conservatorio de Madrid. Pero estando en Madrid vinieron a hacer una audición para el Ballet Joven de Europa y después de la prueba escuché rumores de que estaba preseleccionada. Ahí la cabeza me hizo un ‘click’ y pensé que si seguía estudiando allí era para eso, para despuntar a nivel profesional, y eso suponía una vida nómada que sentía que no iba conmigo. Tenía 17 años y no quería irme de gira por Europa. Y decidí volver, estudiar cerca y elegir la docencia, y la disfruto muchísimo.
M.: Es que es una presión añadida y muy fuerte. Consigues un objetivo pero de repente te des cuenta de que hay veces que haces las cosas porque te dejas llevar y acabas llevando una vida que no quieres.
V.A.: Tomar esa decisión no debe de ser fácil.
A.: Es horrible decidir porque llevas desde los 6 años soñando con eso y cuando lo tienes, decir que no es muy duro. El miedo era arrepentirme de la decisión porque luego volver a la élite es muy complicado. Fue una decisión muy difícil y era muy joven.
M.: Eres muy joven y en ese punto, cuando decides, ya no hay vuelta atrás.
V.A.: La carrera de bailarín requiere viajar, ¿no?
M.: Siendo español tienes que viajar bastante. En España básicamente hay una compañía pública, la Compañía Nacional de Danza, aunque también hay pequeñas pero no te dan una estabilidad. Si eres español tienes que ir al extranjero porque hay países donde en cada provincia hay un ballet público.
V.A.: Y aquí seguimos arrastrando esa falta de apoyo a la cultura.
M.: Sí, en Alemania en cada provincia hay una ópera con ballet. En Francia también hay mínimo una ópera y un ballet. En España nos falta eso.
A.: A la danza le hace falta más apoyo. Yo lo veo en mis alumnos. Entran a las 17.30 horas en el conservatorio y salen del cole a las 17.00. Se cambian y peinan en el coche, se comen el bocadillo y algunas veces lo tiran porque no les da tiempo. Necesitamos más apoyo, más facilidades para la gente que se quiere dedicar a la danza. No nos lo ponen fácil.
V.A.: Torrevieja es un sitio donde hay cultura de danza, donde los niños probablemente no, pero la mayoría de las niñas antes estudiaban danza.
A.: Puede ser, y además Torrevieja tiene unas profesoras fantásticas, pero le faltan estudios de danza reglados. Tenemos excelentes maestras que te preparan como si estuvieras en un conservatorio. Los estudios oficiales pueden ser una motivación para esa gente que no sabe si quiere ser bailarín profesional o no. Tal vez con los estudios se animan.
V.A.:Eso también influirá en el apoyo familiar, ¿no? Si los estudios no están reglados es más difícil que las familias o los amigos entiendan que quieras dedicarte a la danza.
A.: Por supuesto, por eso muchas personas ven la danza como una actividad extraescolar. Yo ensayaba de lunes a sábado cuatro horas diarias.
M.: Es importante porque con estudios hay una meta y un objetivo. Es verdad que la gente está en su derecho de simplemente querer disfrutar de la danza, de hacerlo como una actividad más, pero el problema lo encontramos la gente que quiere dedicarse profesionalmente a ella.
V.A.: Y hablando de ese apoyo familiar tan necesario. ¿Vosotros lo tuvisteis?
A.: Sí, yo siempre lo tuve.
M.: Claro, y yo sin apoyo no podría haber hecho nada porque me fui a Madrid con 15 años.
V.A.: Y moverte, Milos, a ti no te supuso ningún problema, ¿no?
M.: No. La verdad es que me he movido mucho, he estado en el Ballet Nacional de Lituania, el Ballet de la Generalitat Valenciana o la Ópera de Niza, pero con los años he decidido que quiero estar en Madrid. Mi objetivo era estar en la Compañía Nacional de Danza y en ella estoy. Ahora el siguiente paso es tener un contrato largo.
V.A.: Ariadna, ahora estás opositando para conseguir una plaza fija, pero… ¿volverías a casa?
A.: Claro. Trabajar de docente en un conservatorio en Torrevieja me encantaría.