El fútbol es un constante ir y venir. Si la pasada jornada regresamos de Cox con el amargo sabor de una derrota en circunstancias anómalas, ahora hemos de decir que el Castalla, ni por juego ni por ocasiones, tampoco se hizo acreedor a ella en el Nelson Mandela. La calidad y el acierto en el remate de Buján, así como la falta de puntería de los visitantes en situaciones similares, fueron determinantes en este resultado, con el que los torrevejenses se mantienen entre el grupo de aspirantes a la promoción.
Un factor de consideración en el análisis del encuentro es el fuerte viento que sopló y que dificultaba las evoluciones de ambos equipos. No por tenerlo de espaldas (en la primera parte) resultó favorecido el Torrevieja, al no medir bien las aperturas y los envíos largos, que como consecuencia terminaban con los balones fuera del rectángulo. El Castalla, que comenzó cauteloso, fue animándose al observar cierta descoordinación defensiva —seguimos sin especialistas, aunque el esfuerzo de adaptación haya proporcionado algunos frutos— del rival en determinados lances. Así que, merced a la creciente actividad del medio campo violeta se acumularon las oportunidades, y muy claras, hasta cuatro antes del descanso: tras internarse, Joan dejó a Amín, cuyo disparo fue detenido por Ramón (16’); Joan metió por la izquierda a Batano, que en pugna con Brandon Nicol cruzó en exceso el intento de vaselina (19’); Batano metió por la izquierda a Joan, que llegó solo a la frontal del área y estrelló el disparo en el segundo palo, y tras el rebote el propio Batano obligó a Ramón a desviar a córner (26’); Batano lanzó magistralmente, por alto y en perpendicular, a Joan, que al llegar ante nuestro guardameta tiró por encima del larguero (39’). Ante tal avalancha, los aficionados locales comprendían que era un logro mantener el marcador con el empate inicial.
Precisamente cuando un partido depara estos acontecimientos, suelen venir a la mente las conocidas sentencias futbolísticas: con todo lo que ha fallado este equipo, nada tendría de extraño que en breve encajara un gol. Pues dicho y hecho. Sólo dos minutos después de marrar el Castalla la cuarta situación propicia, Buján acreditó su condición de jugador determinante en los salineros, al aprovechar un balón caído del cielo (en sentido literal) en la primera aproximación al área con algún peligro. Sin que todavía se explicaran cómo podía haberles sucedido aquello, los castallenses salieron en la segunda mitad a tratar de darle la vuelta al tanteo. Para lo cual se apoyarían en la fuerza eólica, ahora dirigida hacia el marco adversario, con disparos lejanos, con la intención —así ocurriría a la postre— de que alguna ráfaga incordiara al portero en su labor. No obstante, Ramón detuvo con seguridad los primeros que le llegaban desde fuera de su parcela.
Como contrapartida, aunque ya el plan principal consistiría en mantener la renta, Agustín y compañía mantendrían la tensión de la zaga rival. Mediado este segundo periodo, el incorporado Brian conectó con el goleador Buján para aumentar la ventaja. El propio Agustín, en un envío paralelo de Brian, tuvo el tercero de la mañana en sus pies (37’), pero no conectó con el balón para dirigirlo sin que rebasara el segundo palo. Todavía quedaba mucho partido, como constatamos al recortar distancias Ernesto, al recoger un rebote en el enésimo intento parecido de los suyos. Hubimos de sufrir, cómo no, en el tramo final, con las constantes acometidas del Castalla, comandadas por Batano, jugador de notoria calidad. Los blanquiazules cerraron líneas y pudieron celebrar una nueva victoria, no sin antes ver cómo el travesaño, en la penúltima acción de este encuentro, devolvía un testarazo bombeado de Joan a centro de Batano.