Por Miguel Enrique Fernández Benito
Estimados lectores: me gustaría comenzar con una frase de alguien a quien considero no menos que un filósofo contemporáneo, aunque quizás para algunos sea no más que un buen escritor o un soplagaitas. Arturo Pérez-Reverte, en su libro “Una Historia de España” expone: “los españoles somos la única nación que cuando tenemos la oportunidad de levantar cabeza, nosotros mismos nos la agachamos”. En esta obra expresa muchos ejemplos históricos, y del que me gustaría hablarles no es sino uno más.
Traigo a colación un hecho que debería estar “enterrado” hace tiempo y sin embargo se empeñan en que siga de actualidad. Supongo que habrán caído en que me refiero a Franco y su exhumación. Aprovechando esta coyuntura, no está de más hacer historia, pues habrá jóvenes que se habrán extrañado por el revuelo levantado por un viejo y su megatumba. Tal vez con un poco de cultura vayamos cerrando heridas de una vez por todas.
Casualidad, o no, Franco ha vuelto. Muerto, pero ha vuelto. En principio gracias a la película de Amenábar “Mientras dure la guerra”, que trata de una manera justa el comienzo de nuestra Guerra Civil, aunque no olvidemos que es ficción. Después, se ha continuado con la electoralista exhumación del exdictador del Valle de los Caídos (digo ex porque desde que murió ya no lo era).
Pues bien, entremos en materia y hagamos historia. Partimos de un más que inestable siglo XIX en el que pasamos por todas las clases de gobierno posibles:el turnismo ideado por Cánovas del Castillo para repartirse el poder con Sagasta y crear una falsa democracia con el caciquismo, golpes de estado a espuertas, monarquías borbónicas y restauraciones, una república, y así hasta llegar a 1933, cuando tras unas elecciones municipales donde ganan con diferencia las fuerzas republicanas, el cobarde Alfonso XIII abdica, sale por piernas y se instaura una 2ª República, más bananera aún que la primera. He de reconocer que tenía ideas y medidas muy buenas, pero fallaba una cosa: nosotros. Fueron tres años de desacuerdos, revanchismo y venganzas tanto desde las izquierdas, con su famosa quema de conventos o huelgas desorbitadas como la protagonizada en Asturias por sindicatos comunistas y anarquista y mineros armados con dinamita; como desde la derecha revertiendo grandes leyes que nos llevaban a la modernidad o represiones aún más sangrientas protagonizadas por el ejército de África.
Así, nos encontramos asesinos y pistoleros que campaban a sus anchas por pueblos y ciudades sin que ninguno de los 26 gobiernos que tuvo la República pudiese hacer nada. La situación era insostenible e incontrolable.
¿Y qué se le ocurrió a un grupo de lumbreras como solución? Pues unos cuantos mandamases del ejército republicano que quería acabar con el Frente Popular, no con la República, pensó que la solución era dar un golpe de estado y gobernar España bajo un directorio militar, y luego ya se vería. Desde un punto de vista actual nos echaríamos las manos a la cabeza, pero entonces no era nada nuevo pues esto ya se planteaba en las políticas anteriores: en momentos de rebeldía había un militar de daba un golpe encima de la mesa y gobernaba hasta tranquilizarse la situación, como hicieron Espartero o Primo de Rivera, por ejemplo.
Lo grave fue que se les fue de las manos, y lo que iba a ser algo “rapidico” desencadenó en un terrible y fratricida conflicto civil que, por suerte o por desgracia, ganaron los sublevados comandados por ese señor bajito y ridículo que han exhumado y que ha salido en todos los diarios.Pero en ese momento del abominable alzamiento, Franco era uno más de los generales. Para ver cómo llega al poder invito al lector a visualizar el citado film de Amenábar.
La consecuencia fue que nuestra querida España se vio dividida en dos zonas durante la guerra: la rebelde, llamados nacionales, y la republicana, que era un caos y quienes se mataban entre sí. Aunque, lejos de lo que se cree, quedaron ambas bajo el yugo del salvajismo y la inhumanidad, siendo tan crueles las purgas, paseíllos y tiros en la nuca tanto en una zona como en otra. 300.000 muertes solo por represión en cada zona es lo que se estipula, estando muchas víctimas, insisto, de ambos bandos, todavía enterradas en cunetas.
Y en este contexto ¿qué ocurría en nuestra Torrevieja? Pues más de lo mismo. Quedamos encuadrados en la zona republicana. Para que vean que no miento, en el Vistalegre del 8 de septiembre de 1968, un tal José Alonso Rufete escribió un homenaje a su amigo, Juan Monge Redondo, y relata cómo fue llevado en agosto de 1936, bajo coacción y engañado por un capitán del ejército republicano, al Moncayo y en tal emplazamiento fue asesinado y abandonado. ¿La razón? Pues solo por ser de la Guardia Civil. Y esto no es más que un ejemplo de miles de lo que ocurrió en cada pueblo.
Así empieza nuestra Guerra Civil. Pero volviendo a Franco, debemos adelantar que este señor de aspecto ridículo fue una persona pragmática, que supo mantener un gobierno dictatorial en España durante 36 años, adecuándose a las circunstancias internacionales tan complicadascomo había, hasta su muerte y su entierro en el Valle de los Caídos:esa obra de arte, a pesar de las connotaciones políticas que se quieran dar, que me ha inspirado para escribir este artículo.