Los últimos artesanos de los barcos de sal y Gaex galardonados

El jurado de la cuadragésimonovena edición del premio Diego Ramírez Pastor decidió el pasado viernes día 15 otorgar el galardón a los últimos artesanos de los barcos de sal de Torrevieja, Miguel Pérez Muñoz “El Gavilán” y Manuel Sala Campos “El Pijote”, como premios a título personal, y a la asociación Grupo de Amigos Exadictos (Gaex), como colectivo, presidido por Damián García.
28 premiados en anteriores ediciones acudieron a la reunión en el Real Club Náutico que contó con la presencia tanto de la secretaria del premio, Gema Mateo Bosch, hija del fundador del galardón Juan Mateo, el concejal de Cultura, José Antonio Quesada, y del alcalde de la ciudad, Eduardo Dolón, quien tuvo unas palabras de recuerdo para los premiados fallecidos durante el último año, Manuel Dominguez Agulló, Eduardo Gil Soto, Ildelfonso Rodríguez Ayala y el maestro Francisco Grau Vegara. El alcalde también se refirió a la celebración del 50º aniversario del premio en 2020 y propuso la creación de una comisión que impulse actos a celebrar a lo largo del año.
Hasta 27 candidaturas fueron presentadas por escrito, correo electrónico y verbalmente, y finalmente al quedar en la última votación una propuesta personal y otra colectiva, fueron proclamados premios de manera automática.
El jurado se decantó por reconocer la labor de los artesanos salineros que han hecho que los barcos de sal y otros objetos estén repartidos por todo el mundo. También se tuvo en cuenta la labor y los fines asistenciales de Gaex y su utilidad para los ciudadanos de Torrevieja.

Damián: “Nos da mucha más fuerza para seguir adelante”

Acababa de llegar a casa de trabajar cuando recibió una llamada del alcalde para darle la noticia. Damián asegura que es un orgullo para Gaex recibir un reconocimiento al trabajo que hace altruistamente sin ningún tipo de subvención. “Trabajamos de esta manera, somos bastante independientes en este sentido y nos va bien con las aportaciones que nos hace la gente”, señala. Gaex también organiza talleres para dejar de fumar y los socios pagan una cuota de 10 euros al mes para poder pagar el alquiler, la luz y el agua. “Así funcionamos, simplemente con el objetivo de ayudar no solo a los adictos sino a sus familias porque, en definitiva, lo que se salva es una familia entera”, aseguró. Damián confesó que desde Gaex están muy contentos por el reconocimiento. “Es un orgullo grandísimo porque es el reconocimiento a una gran labor”. En definitiva, concluyó, “nos da mucha más fuerza para seguir adelante y no tirar nunca la toalla”.

Miguel: “Es una alegría inmensa, pero me desborda”

A Miguel, uno de los últimos artesanos salineros, le parece muy bien la concesión del premio. “Se agradece el reconocimiento. Después de tantos años nos ha tocado a nosotros, pero, en fin, estoy muy contento”, afirmó. Miguel, que es muy modesto, nos confesó que está deseando que pase toda esta vorágine mediática -en alusión al acto de entrega del premio- porque “me desborda totalmente, pero, bueno, tendremos que estar ahí”, indica. “Para mí es una alegría inmensa poder recibir este premio como tantos amigos míos que lo han tenido pero que desgraciadamente ya no están entre nosotros, se han ido a un lugar mejor”, manifestó. “Si haces un trabajo que te gusta y encima te lo reconocen, pues mucho mejor”, añadió. Miguel dice que hubieran seguido con su labor aunque no hubieran recibido este reconocimiento. Sin embargo, ya a sus 70 años tampoco será por mucho más tiempo por el esfuerzo físico que supone. Solo queda esperar al relevo generacional.

Manuel: “No me lo esperaba, pero me llena de orgullo”

“Para mí es incomprensible porque no me esperaba esto”. Así se expresó Manolo, que todavía no se cree que vaya a recibir este galardón que le llena de satisfacción y orgullo. “Este premio reconoce la labor que estamos haciendo con el cuajado de barcos en sal”, indicó. Manolo aseguró que han hecho lo imposible por enseñar a más gente. “Incluso en el grupo de empresa, con José Rodríguez ‘el Caja’, he tenido una escuela allí, pero la gente no ha tenido interés en seguir”, explicó. “Esperamos que algún día haya una persona que quiera aprender, pero para eso tiene que venir a mi casa o yo voy a la suya si hace falta para darle las piezas del barco”, indicó. A la hora de cuajar los barcos también se podría ir con ellos a las salinas. “A mí me da mucho gusto ir acompañado. No quiero ir solo por si me caigo y ahora tampoco me gusta estar solo”, finalizó.