“Se escribe desde el desacuerdo. Escribir es un modo de colocar unos puntos de sutura sobre la herida que provoca esa situación incoherente. Pero la condición para seguir escribiendo es que la herida no acabe de cicatrizar”.
Juan José Millas: Escritura y Deseo (2019).
Hoy ha dejado de ser una opción para pasar a ser una obligación el poder apreciar Torrevieja como una ciudad más próspera, ecológica e inteligente. Para bien y para mal año tras año se ha de competir en el día a día. Gradualmente, cada vez más, con otras muchas en calidad de vida: servicios sociales, infraestructuras, en objetivos para la comunidad justos y equitativos. Por lo tanto, las presentes líneas son un reflejo de unas reflexiones recientes, entrados ya en la tercera década del tercer milenio, al pensar en un ineludible deseo de adaptarnos a los nuevos tiempos. ¿Quiénes han de asumir esa responsabilidad de manera útil, coherente, sostenible?
Obviamente todos, toda la ciudadanía, todos sus usuarios residentes, de quienes nos representan y administran en la toma de decisiones a nivel local, provincial, autonómico, nacional o europeo, o aquéllos que son parte de organizaciones sociales, culturales, económicas, deportivas, entre otras. Todos tenemos mucho que aportar, con iniciativas, propuestas, proyectos individuales y colectivos, sumando y en positivo para el ciudadano: para transformar en breve “la ciudad de la sal y su entorno” en una “Smart City para los torrevejenses comunes y corrientes”, para toda nuestra hoy políglota, plural y multiétnica comunidad.
Al hacer incapié en que próximamente se va a revisar el Plan General de Ordenación Urbana del municipio, el PGOU, las demandas ciudadanas han de estar presentes como fiel reflejo de las distintas sensibilidades locales del presente y las previsibles en el futuro. En consecuencia, el contenido de este plan ha de servir como una herramienta suficientemente válida de planeamiento y de gestión que pase a representar el crisol de intereses de todos sus habitantes, para un casco urbano consolidado, a la vez de las más de 100 urbanizaciones hoy existentes periféricas a dicho casco.
Por lo que se ha de plantear la imperiosa necesidad de disponer de un actualizado PGOU útil y eficaz, para el presente pero con visión de futuro. Regresando a nuestro pasado, ya en el Siglo XIX, y en el recuerdo de una época en la que se vivía de la cosecha de la sal, y en menor medida de la pesca, del contrabando y de manera escasa de la agricultura. En ese entonces, a partir del devastador terremoto del año 1829, gente humilde y desamparada se reinventa en ese entonces exitosamente con esfuerzo y sacrificio.
Después de haber vivido una tragedia, aquellos torrevejenses eran conscientes de que si hay vida, hay esperanza. Y apostaron por ello. “renaciendo con valentía de las cenizas” de quien, menos la vida, lo ha perdido todo, “sin el 112, sin protección civil, sin los protocolos de actuación del presente, sin redes sociales o teléfonos móviles, sin internet”. En el recuerdo de esa situación, según el F. Figueras Pacheco, de Carreras y Candi, un verdadero impacto emocional, demoledor en aquel entonces, sin precedentes. hace ya más de siglo y medio el Arquitecto Larramendi es quien realiza un primer trazado con inmuebles de una sola planta.
En función de la manera de disponerlos, el trazado se anticipaba como una verdadera y pionera planificación urbanística antisísmica del siglo XIX con calles regulares y entonces muy espaciosas. Así como también con planes urbanísticos de similar configuración para todos los pueblos igualmente destruidos de la Vega Baja: Torrevieja, Almoradí, Dolores, Guardamar, Rojales, etc. Por lo tanto, la naciente geografía urbana local da lugar a una concepción espacial totalmente nueva, en dámero, donde el cardo y el decumano establecen una geometría ortogonal rigurosa, heredada parcialmente en el área centro del casco urbano actual.
En un tiempo pasado más o menos reciente, habrá que esperar a los años setenta del anterior siglo XX para ver nacer el primer PGOU de la ciudad, de marcado carácter desarrollista, acorde a la tipología urbanística empleada en la mayoría de planes para las ciudades de aquella época. Al recordar tiempos pretéritos, a finales de esa misma década y a principios de los años ochenta, reflexionábamos en genera con el Maestro Ricardo Lafuente Aguado (q.e.p.d), excelente amigo, mejor persona y excepcional músico, sobre el déficit de servicios públicos de Torrevieja.
Entre otros, ya se vislumbraba la necesidad de una estación de autobuses, de unos espacios públicos para el disfrute colectivo, de unas aceras practicables para evitar porrazos, de hoteles para nuestros visitantes, de una fachada marítima desde Lomas del Mar-Punta Prima hasta La Mata-Guardamar, del tratamiento del entorno paisajístico de las lagunas de Torrevieja y de La Mata, con áreas específicas destinadas al baño de lodos de los más mayores, con un museo donde se recogiese la historia local salinera-pesquera-marinera, a la vez de un mayor reconocimiento a la cultura torrevejense local en general y musical en particular.
Esas reflexiones surgen al coincidir en ese entonces con el proyecto y construcción del hotel Torrejoven (1983), que he compartido con el Arquitecto Anselmo Alonso Jorreto o con la publicación del libro, a solicitud del Consejo Superior de Arquitectos de España: “Espacios Naturales de la Provincia de Alicante”, que he tenido el privilegio y la suerte de dirigir (1981-1984), con la colaboración de la Universidad de Alicante, la Diputación Provincial de Alicante, la Generalidad Valenciana o la Caja de Ahorros Provincial de Alicante, entre otros, y publicado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Alicante.
En ese entonces, he tenido el grato honor de mantener con el maestro diálogos breves, siempre con contenido, literalmente bañados por su desbordante actividad y sencillez, combinada con su actitud, siempre humilde, desinteresada y bondadosa. Una personalidad sensible, emprendedora, innovadora, que buscaba el poder adelantarse con naturalidad a la mediocridad sin pretenderlo, a hacer historia musical de su pueblo de una manera cotidiana, año tras año, que surgía espontáneamente de su interior, a lo largo de toda una vida. Un verdadero referente de conducta a seguir por su esfuerzo, talento, sacrificio, honestidad, de manera empática, asertiva, un magnífico ejemplo para las generaciones más jóvenes y no tan jóvenes, para quienes saben ver más lejos, para aquellos que pueden y deben adelantarse a su tiempo.
Al pensar en la necesidad de nuevos servicios e infraestructuras para esta naciente tercera década de siglo, si bien se ha construido una estación de autobuses en los años 80, actualmente resulta desfasada tanto por su localización como por su escala; igualmente se han realizado distintos espacios públicos para el ciudadano, al día de hoy parte de ellos insuficientemente mantenidos, sobre todo en las urbanizaciones periféricas al casco urbano; existen aceras accesibles, pero también otras que resultan insuficientemente accesibles para personas adultas mayores, sobre todo con movilidad reducida.
El tema “hoteles”, a mi entender insuficientemente resuelto, es importante cuando no imprescindible, al existir un importante déficit de plazas de estancia temporal de “hoteles y apartamentos turísticos”. Esta actividad, directamente relacionada con sus efectos multiplicadores en toda economía de escala, sabido es que genera numerosos puestos de trabajo. Hacen falta. Para concluir este artículo, me da por pensar que, a pesar de lo mucho realizado en las últimas décadas, nos queda un listado de asignaturas pendientes, un impostergable e ilusionante desafío que no dudo en que sabremos asumir y concretar, entre tod@s.