Por Miguel Enrique Fernández Benito
Eontinuamos con la serie, pero esta vez les toca a los romanos, por los que siento devoción. Esos que estaban todo el día buscando gresca y por la noche dándole que te pego según alguna serie. Vamos a conocerlos un poco mejor.
Todo el mundo se refiere a esta civilización como Imperio Romano, pero ellos nunca se hicieron llamar así y como imperio sólo fue una forma de gobierno durante un tiempo. Arqueológicamente se sabe poco de los orígenes de Roma, sólo que la zona era un lodazal en el que vivían unos pocos pastores, pero las fuentes escritas (siempre con sentido propagandístico) nos aportan mucha información legendaria. Por ejemplo, que Roma se funda el 753 a.C.; que al principio fue una monarquía gobernada por 7 reyes siendo el primero Rómulo, el de la loba, y el último fue Tarquinio el Soberbio, un sobrado al que echaron por déspota.
Esto pasa el 509 a. C. y hasta el 27 a. C. Roma es una República gobernada por dos Cónsules, y cuando la cosa se ponía fea le daban poder absoluto a un Dictador por 6 meses. Entonces los romanos estaban siempre liados a hostias: 1º con sus vecinos, luego con los de más allá, con otros reinos… no tenían canse porque así iban creciendo; pero al mismo tiempo se mataban entre ellos: patricios y plebeyos (ricos y pobres), luego optimates y populares (ricos que defendían a unos u otros). Así se tiraron cerca de 100 años de guerras civiles hasta que el archifamoso Julio César decidió tomar el toro por los cuernos, se remangó y dijo “ya me encargo yo”, pero como algunos vieron que era tan poderoso se lo limpiaron a navajazos. Para desgracia de los asesinos llegó su sobrino adoptivo, Octavio Augusto, y a lo tonto heredó su legado convirtiéndose en el primer “prínceps”, que no emperador. Este termino viene de “imperium”, la capacidad de mandar sobre los ejércitos que tenían los altos magistrados. Al emperador se le llamó augusto después de este en su honor, y césar, por Julio, al heredero designado.
Hablando de Augusto, éste gobernó unos 40 años como si nada, él le decía al Senado “no, si yo no pido nada, pero si me lo dais…”, así acaparó cargos para, a lo tonto, tener el poder supremo. ¿Y cómo lo hizo? Elaboró un programa propagandístico sin precedentes. En tiempos en que no había prensa ni tele ¿cómo podía hacerse conocer en todo el imperio? Pues poniendo su cara y acciones en algo que todo romano llevaba en el bolsillo, en las monedas. Así se hizo querido.
Si seguimos con emperadores, algunos han pasado a la historia como poco menos que demonios. Tenemos que saber que las fuentes fueron escritas por senadores, enemigos de los emperadores porque les quitaban poder, así que cuando éste se cabreaba y se cargaba a algunos senadores por conspiración contra él, éstos se inventaban de todo malo. Los emperadores no serían almas de caridad, pero tampoco lo que se dice de ellos. Por ejemplo, Nerón no incendió Roma para hacerse su palacio, o Calígula, que si es verdad que era un flipado arrogante (decía “que me odien con tal de que me teman”), pero no un demente que nos han vendido. No, nunca nombró senador a su caballo. Y así muchos, como Tiberio, Domiciano o Cómodo (aunque a este sí le gustaba jugar a gladiador como en la peli).
La primera vez que fui a trabajar a Pompeya hubo algo que me llamó la atención mucho. Entonces pensé que aquella ciudad sepultada en el 79 d. C., y por la que sabemos tanto de su vida cotidiana, no se diferenciaba en nada de un pueblo español de los años 70. Nosotros que nos creemos los reyes del mambo no habíamos avanzado tanto: tenían agua corriente, y si no iban a recogerla a la fuente del acueducto, los ricos tenían ¡calefacción!, había lavandería, restaurantes (llamados termopolia), termas a precios asequibles, jardines, ¿qué más podían pedir? Hasta se conservan los grafitis electorales.
Además, los romanos utilizaban los prostíbulos, y en Pompeya hay varios: uno que todos conocen con las excursiones de los cruceros, pero había viviendas que se utilizaban como tal, ¿Y cómo los descubrían los clientes? Si alguna vez vais fijaros que algunas puertas tienen sobre ellas un pene erecto. Allí se daban estos servicios.
¿Y su sexualidad? ¿eran tan lascivos? Siento deciros que no más de lo que somos ahora. Y por lo normal no le pegaban a la carne y al pescado. No existían más bisexuales que en la actualidad. La homosexualidad se aceptaba, siempre que el que penetrara fuese quien socialmente estaba por encima y nunca con menores libres, a diferencia de los griegos.
Les gustaba pimplar vino, y eran muy supersticiosos. Como ejemplo, no podían morir sin tocar tierra, por eso tenían miedo al mar; no les gustaba el primaveral mes de mayo porque estaba consagrado a los “maiores” y lémures, es decir, los espíritus.
Para terminar, algo que nos es más cercano. Se sabe que los romanos construyeron calzadas que ayudaron a extender la romanización. Pues muy cerca nuestro pasaba la Vía Augusta. En Pilar de la Horadada había una fonda famosa donde descansar, y alrededor de la vía se construían poblaciones y villas. Pues, sssshhhh, es un secreto, pero en Torrevieja existe una de estas villas dedicadas a explotar productos agrícolas y la sal, pero deben confiar en mi y permitirme no decir su localización para evitar expolios. También tenemos un puerto romano en la entrada del canal de La Mata y varios pecios hundidos frente a nuestras costas.