Antoni Jakubowski – Crítico musical
Con la expectativa y el entusiasmo que siempre genera una nueva presentación de nuestra Sinfónica de Torrevieja bajo la dirección del maestro José Francisco Sánchez, se abrió la temporada de conciertos tras la espera por la pandemia de la Covid-19.
El alto nivel de rendimiento al que la OST había acostumbrado desde hace ańos a los aficionados de la música clásica, se consolidó ya en la primera parte del concierto inaugural, al transportarlos a la dimensión de encanto, que el famoso compositor ruso supo recrear con precisión. Los cuatro movimientos de la “Serenata para Cuerdas” Op 48, de P. Tchaikovsky sonaron con elegancia, esbozando apropiadamente los cuadros característicos. El maestro Sánchez dirigiendo las cuerdas de la OST ofreció una sonoridad plena y de calidad muy conmovedora. Ciertamente, la actuación fue apoyada por la fabulosa acústica del Auditorio, aunque eso sólo en aspecto de recepción, ya que tanto técnicamente cómo musicalmente las cuerdas de la OST impresionaron con muy buena forma, vigor, gracia y acertada interpretación de los detalles. Los intérpretes revelaron toda la belleza de la obra, su frescura y encanto, exquisitas líneas sonoras del “Vals”, profunda expresión de amor en la “Elegía”, e inspirado con el folklore ruso “Finale”. La ejecución de la Serenata fue verdaderamente exquisita.
En la segunda parte del concierto, al caer una cascada de sonidos por el cambio completo de registro, los espectadores quedaron prácticamente secuestrados. Con la interpretación de la Sinfonía no 7 de L.van Beethoven, considerada como la más rítmica, enérgica y arrolladora de las nueve del compositor, ya a partir de la exposición del tema principal por los metales, la sonoridad se hizo más expansiva. Luego, el Allegretto sonó muy grave por la incidencia rítmica de los cellos y bajos, cuya presencia se pudo apreciar durante todo el movimiento. En el segundo tema los instrumentos de la madera hicieron la marcha fúnebre aún más solemne. Los últimos dos movimientos fueron una muestra de total vitalidad. Durante la ejecución del fantástico Scherzo y el Allegro con brío final, la Orquesta de Torrevieja bajo la batuta del maestro Sánchez sonó siempre empastada, donde la sonoridad emanaba desde cada grupo musical de la orquesta, pero en forma especial quisiera mencionar las intervenciones del oboe y flauta, como también de las trompas y los timbales.
Un Tchaikovsky exquisito y un Beethoven electrizante se equilibraron en un concierto en el que no faltaron los aplausos. Lo único que faltaba era complacer a la audiencia con una propina. La repetición del Final Allegro con brío de la “Séptima” concluyó la solemne celebración del 250 aniversario del nacimiento del gran compositor Alemán.