Al final del invierno se empieza a comercializar y cosechar este manjar verde, dulce y tierno que son los guisantes. Se tiene conocimiento de ellos desde el s. XVII, ya que se describen en las crónicas de viaje de F. Zamora, y forman parte de numerosas recetas del terruño local como los guisantes ahogados o con bacalao confitado.
Guisantes
Guisante fresco 500g
Tocino ibérico 100g
Lechuga 1/2u
Cebolla tierna 2u
Aceite de oliva 4cu
Sal 2g
Anís seco 1cu
Desgranar los guisantes, lavarlos y reservarlos. Cortar el tocino y la cebolla muy finamente. Rehogar todo junto en aceite de oliva hasta que transparente por completo, momento en el que añadir los guisantes pelados, una juliana de lechuga y una pizca de licor de anís.
Aire de menta
Menta fresca 1m
Lecitina en polvo 9g
Agua 500g
Separar las hojas de las ramas del manojo de menta. Lavar las hojas y desechar las ramas. En una olla, llevar el agua a ebullición y escaldar las hojas de menta solamente hasta que cambien de color, a un verde más oscuro e intenso. Una vez pasadas por el agua caliente, enfriar rápidamente en agua con hielo.
Triturar las hojas con algo de agua y colar la mezcla. Añadir la lecitina y dejar reposar para que se hidrate perfectamente. Montar el aire con ayuda de un túrmix.