Antoni Jakubowski – Crítico musical
El concierto previsto y aplazado durante tres temporadas, al fin pudo haber sido presentado. Aunque el programa e intérpretes en este tiempo cambiaron, el Concerto No 1 en mi – menor op 11 de Frederic Chopin (1810 – 1849) esperó pacientemente el día, hasta, que gracias a la fabulosa pianista coreana Jenny Soonhin Kim acompañada con la Orquesta Sinfónica de Torrevieja conducida por el maestro José Francisco Sánchez, pudo llenar la sala del Auditorio con la belleza de los sonidos románticos. Tengo que reconocer, que apenas comenzaron a sonar los primeros compases de la introducción orquestal de la obra, por la emoción sentí lágrimas en mis ojos, ya que después de nueve años de vivir en Torrevieja, fue mi primer contacto en vivo con música de mi genial compatriota.
El Concierto en mi – menor de Chopin se caracteriza por unas melodías fluidas, el dibujo de la cantilena sumamente clarificada y el virtuosismo fuertemente expuesto que no desborda la lógica de construcción. La solista invitada, Jonny Soonhin Kim, deslumbró al público con su ejecución, transmitiendo todas estas características de una manera impresionante y convincente. Utilizando sus habilidades técnicas, al mismo tiempo impresionó con mucha musicalidad, sensibilidad e interpretación poética, reflexiva y romántica. Bien inspirado José Francisco Sánchez dio vida a un acompañamiento orquestal noble, trasladando al público en una estupenda atmósfera de ensueño. En pocas palabras; – hemos experimentado la versión del Concierto no 1 de F. Chopin llena de carisma, poesía, virtuosidad y sabiduría. !Chapeau bas!
Tras el intermedio, la Sinfónica torrevejense bajo la batuta de su jefe, el maestro J.F. Sánchez presentó unas sonoridades que, aun no siendo totalmente románticas, por lo menos en cuestión formal demuestran claramente cierta ruptura con los tiempos precedentes, tal vez “en busca del romanticismo”. Una muestra muy positiva fue la ejecución de la Sinfonía No 3 en Re – Mayor de Franz Schubert (1797 – 1828) una obra de contenido muy alegre y placentero, pero – sin duda – aún poco lejos del dramatismo de las obras posteriores de Schubert. Pues bien, el maestro Sánchez y la OST presentaron esa deliciosa pieza en forma muy inspirada, clara y limpia, con sedosos sonidos de las cuerdas, brillantes tonos de los metales y ante todo, suaves sonoridades de los vientos de madera. El dirigente compartió favorablemente su temperamento con todo el conjunto orquestal, extrayendo de los músicos tanta concentración, que la ejecución resultó muy animada, con una extrema energía y pasión. La batuta de Sánchez ha logrado que la orquesta se convierta en un solo instrumento con un color auténtico lleno de destellos y matices. No es de extrañar que los ejecutantes recibieron un fuerte aplauso y cómo agradecimiento regalaron al público “Intermezzo” de la ópera “Cavalleria Rusticana” de Pietro Mascagni cómo una propina. Definitivamente, fue un concierto de emociones muy positivas. ¡ENHORABUENA!