Tercera semana de guerra en Ucrania. Miedo, entre otras cosas, a que el conflicto se alargue tanto que terminemos por acostumbrarnos. Las imágenes de los telediarios y las fotografías de la prensa escrita todavía nos arrancan un trozo de humanidad en forma de hondo quejido y cara de impresión, pero ¿hasta cuándo será esto? ¿En qué momento dejaremos de conmovernos? ¿Cuándo pasarán a ocupar un segundo o tercer puesto en el telediario los partes de guerra? Pensaba en esta ocasión celebrar mi artículo número 200 en este semanario, pero las bombas siguen cayendo sobre Kiev y sobre el resto de territorio ucraniano; sobre hospitales, escuelas y otros edificios; sobre la población civil. No, no puedo escribir sobre otra cosa.
En una universidad de Italia suspenden un curso sobre Dostoievski por miedo a absurdas represalias. Mientras, esta semana releía algunos pasajes del fantástico libro de George Steiner “Tolstói o Dostoievski” y me adentraba, de nuevo, en las bellísimas frases del libro de Tolstói “El camino de la vida” (Editorial Acantilado y traducción de Selma Ancira). Este último libro de Tolstói debería tenerlo todas las familias y leerlo a trozos en las largas tardes de invierno. El autor de “Guerra y paz” se propuso crear una obra donde se tratasen todos los temas importantes para el hombre: La vida, el amor, la muerte, el más allá, el perdón, la avaricia, la violencia… A través de la voz de los más altos libros escritos jamás, Tolstoi compone un mosaico de frases y pensamientos que nos hablan, casi diríamos que nos susurran, acerca de todo lo humano y lo divino. Es uno de esos libros que puedes abrir por cualquiera de sus páginas con la certeza de que encontrarás en ellas toda una lección de sabiduría, además de un buen rato de sana compañía. Pocos libros hay hoy en día en las librería que pueda el lector más exigente comprar con la seguridad de que tendrá en sus manos un verdadero tesoro. En uno de los apartados del capítulo que Tolstói dedica a la violencia nos dice: “Todo acto de violencia irrita al hombre en vez de calmarlo. Y por eso es evidente que no es por medio de la violencia como se puede mejorar la vida de los hombres”. Apunte el señor Putin esta frase, por favor. Él y todos los que como él se dedican a sembrar de cadáveres las inocentes tierras de Ucrania. Nada hay tan pernicioso en la Historia como los aduladores y justificadores de los sátrapas.
Cae la tarde mientras termino de escribir estas líneas. Suena en la radio una cantata de Bach. El tiempo de Cuaresma sigue avanzando con la esperanza de que tras la Pasión y Muerte siempre nos encontraremos con el regalo de la Resurrección. Una palabra, “Resurrección”, que Tolstói ya empleó para titular una de sus últimas obras. Miro a través de la ventana y pienso en esa imagen del viejo escritor ruso, cansado, recorriendo los caminos de su amada tierra y predicando a los hombres la paz y el amor fraterno. Todavía nos queda mucho camino por andar.
Marco Antonio Torres Mazón