Leer España con Fernando García de Cortázar: un homenaje.

Me entero de la muerte de Fernando García de Cortázar por las redes sociales; apenas un par de apuntes en los “grandes medios de comunicación”, la mayoría realizados por el becario de turno que saca cuatro datos de Wikipedia para salir del paso. Hay excepciones, claro, como el magnífico y emocionado artículo de Juan Pablo Fusi para ABC.

 Una de las cosas que ha penalizado a Fernando García de Cortázar es que sus libros no están escritos desde una de las dos trincheras que hoy pudren la historiografía patria, a cada cual más miserable e interesada, pero que siguen siendo jaleadas por ambos bandos de la misma ridícula manera con la que los políticos de turno se aplauden entre ellos cuando hablan en el Congreso de los Diputados. No, en los libros de García de Cortázar no sobra nadie, todos somos necesarios para ir trazando el relato de nuestra común historia.

Fue un autor prolífico, muy trabajador, con una capacidad de síntesis que ya es raro ver en las nuevas generaciones de historiadores. Tenía, además, al igual que Manuel Fernández Álvarez o Antonio Domínguez Ortiz, un estilo muy cuidado, de una calidad literaria que nos recuerda algo que no por obvio debemos olvidar: los grandes libros de Historia, desde los clásicos griegos y romanos hasta los libros de Eric Hobsbawm o Timothy Snyder, son libros que se leen como una novela, desde la primera a la última página, con el mismo interés y la misma necesidad de seguir la trama hasta el final. Julián Marías decía lo mismo de los libros de Filosofía y, como siempre, tenía razón.

 Fernando García de Cortázar fue, sobre todas las cosas, un magnífico lector. Prueba de ello es el que acaso sea mi libro preferido de entre todos los suyos: “Leer España”. En sus más de 500 páginas nos encontramos con las claves del mapa de lecturas de su autor; una guía para poder comprender y comprendernos (en toda la amplitud de la palabra), así como una forma distinta de acercarse a la historia de nuestro país. Es un libro, siempre lo he pensado, que perfectamente podría recomendar Samuel Johnson a James Boswell en una de sus reuniones del famoso club londinense (si García de Cortázar hubiese escrito en el siglo XVIII, claro). En el prólogo de “Leer España”, uno de esos prólogos que deberían ser lectura obligada en nuestras aulas, Fernando García de Cortázar nos recuerda la necesidad vital de contarnos historias para mantenernos juntos…unidos. “Y ello, porque siempre he pensado que un país, cualquier país, necesita de historias comunes, historias que podamos leer o contarnos al calor de los hogares. También, porque creo que es la riqueza de esas historias la que da cuenta del verdadero valor de las naciones, no la opulencia de sus mercaderes ni la política cultural de escaparate, especializada en costosos montajes, a mayor gloria del político de turno”. Y para ello, García de Cortázar nos recomienda adentrarnos en las páginas de las novelas de Galdós o Baroja, en las obras de teatro de Valle Inclán o en los artículos de Larra o Mesoneros Romanos. No es mala ruta para no perdernos entre tanta nimiedad.

Marco Antonio Torres Mazón