La Fundación Luis Cajal y la charla de Víctor García centran la atención de este acto.
Antonio Sala Buades
Después del receso navideño, todavía con los ecos de su última —hasta la fecha— representación teatral, la Asociación Cultural Ars Creatio retoma la actividad —fuera de las aulas— con su primer contacto anual ante el público: el anuncio del número de invierno de su revista cultural digital. Correspondiendo al inicio del decimoctavo año desde su fundación, el número 69 vio la luz el pasado viernes, 10 de febrero, en un acto en el Palacio de la Música, y que contó con la presencia de los concejales José Antonio Quesada, Concha Sala y María José Ruiz, y con la del presidente de la Fundación Luis Cajal, Ramón Torregrosa.
En la visita de los directivos de Ars Creatio a la Fundación-Museo Luis Cajal, se llegó a un acuerdo de colaboración entre ambas entidades. Por gentileza del presidente de ésta, Ramón Torregrosa, las cuatro portadas de las revistas de este año 2023 reproducirán —fotografías de Joaquín Carrión a los cuadros originales— sendas obras de Luis Cajal Garrigós (Zaragoza 1926-Torrevieja 2015). En este número se ha seleccionado el óleo sobre lienzo Concierto familiar.
Precisamente la presentadora del acto, la presidente de Ars Creatio, Josefina Nieto, hizo hincapié en la figura de Luis Cajal, así como en lo que supone para Torrevieja un museo como el que tenemos a nuestra disposición. Emocionó al público con el recitado del poema de Javier Rubio Romero en aquél inspirado. A continuación, pasó a detallar el contenido de este número 69.
En los demás apartados, Jesucristo Riquelme nos acerca a la figura del escritor Pedro Salinas, cuyo nombre se ha puesto a la sede del Centro Asociado a la UNED de Elche, y con motivo del comienzo de las actividades docentes de esta entidad universitaria en Torrevieja. Claudio Navarro Paredes, en el documentado trabajo que conforma su primera colaboración con la revista, trata sobre los hurtos y prevención del fraude en las salinas de La Mata y Orihuela en los siglos XVII y XVIII. Las pinceladas poéticas llevan las firmas de Antonio Sala, Modesto González Lucas y Rafa Caricio. Este mismo autor y Raimundo Martín Benedicto, Manuel Pérez García, Alfonso Pérez Gracia, Pilar Álvarez del Manzano, Diego Paredes Salmerón (uno de los ganadores del último concurso «Una imagen en mil palabras») y Conchita Moreno Alonso integran la variada sección de relatos.
Como acto central, tuvo lugar la charla de Víctor García Villalgordo «La imaginería: proceso creativo y técnico». En un ambiente recogido por la tenue luz y por la calidez de la voz del ponente —que contrastaba con el frío reinante en la sala—, el artista local ofreció un meticuloso y apasionante recorrido por el proceso de creación de una escultura, apoyado en un adecuado conjunto de fotografías. Comenzando por una del busto de un sacerdote egipcio de hace 3.000 años, y pasando por otras tres que ilustraban las distintas escuelas de imaginería, Víctor García desarrolló los tres grandes bloques en que divide su trabajo tomando como referencia dos de sus últimas obras, un Ecce homo que realizó durante la pandemia y un Cautivo, aún en su taller, que será presentado en Ibi el próximo fin de semana.
La primera idea creativa es el boceto, que parte del contacto directo con el cliente (habitualmente una cofradía o parroquia, aunque también particulares). Tras esbozar en papel los detalles de cada figura, de las dos dimensiones se pasa a las tres para elaborar sus respectivas expresiones. El natural (personas próximas) es una buena fuente de inspiración.
La obra definitiva viene con la talla. La madera (de pino o de cedro, según el tipo de imagen) es el material preferente. La minuciosa labor tiene la peculiaridad de que sólo se extrae y no se puede añadir. Al escasear los troncos grandes, las piezas son esculpidas por separado (cabeza, tronco, extremidades) y luego se ensamblan. Como la madera se mantiene viva, hay que tener en cuenta que pueden abrirse grietas. Las gubias, con distintos tamaños y terminaciones, son las herramientas imprescindibles, y deben tener buen filo para no astillar la madera. Después se echa mano del raspín, para pulir y borrar las marcas que hayan dejado las gubias. Víctor García relató el delicado momento —también lo calificó como «desagradable»— de vaciar las cuencas de los ojos para colocar los de cristal; no se hace por delante, sino cortando la madera hasta separar una especie de careta. Asimismo explicó cómo, para imágenes de vestir, se usan brazos articulados con el fin de permitir luego la colocación de las túnicas.
Finalmente viene la indumentaria de la imagen, es decir, la policromía. El ponente afirmó preferir el sulfato cálcico como producto fundamental de este último proceso. Se mezcla pintura satinada en el óleo. Uno de los efectos es la sombra en los entrantes y la claridad en los salientes. El estuco permite obtener pequeños volúmenes (como las gotas y los hilos sanguinolentos) imposibles en la madera. Entre óleo y cera se elabora una masa que, pulida con algodones, protege la policromía del polvo y la prepara para futuras restauraciones. El toque final son las pestañas, de pelo de pincel hecho con cola de ardilla; gracias a ellas, se dibuja la caída de los párpados según la imagen refleje dolor o exaltación. Con los óleos, incluso se pueden pintar venillas en los globos oculares.
Como conclusión, Víctor García Villalgordo transmitió a los asistentes que con la puesta en escena, la bendición y la presentación de la imagen, el artista puede constatar si su trabajo ha tenido conexión con los feligreses. Después de la entrega por parte de Josefina Nieto del recuerdo como agradecimiento a su participación, Víctor García respondió a diversas preguntas, en las que expresó que una obra como la referida puede llevar unos cinco meses de trabajo, y que las fases en que se siente más a gusto son las de modelado y policromado. También reivindicó, como parte importante de nuestra cultura, la imaginería y el arte sacro, sin los cuales no se entendería el arte español.
De modo que descubrimos que el último premio Diego Ramírez no sólo transmite arte con sus manos, sino también con sus conocimientos y con su palabra.