Rosa Ballester y Marta Garaulet abrieron el ciclo de conferencias de la XV Semana de la Ciencia
María Luisa Molina Gallego y Antonio Sala Buades
El pasado viernes, 3 de noviembre, en el centro cultural Virgen del Carmen, tuvo lugar la primera doble sesión de conferencias de la XV Semana de la Ciencia. Asistieron los concejales Rosa Cañón, Ricardo Recuero, Diana Box y María José Ruiz Egea. Presentó el acto la doctora María Luisa Molina, coordinadora de la Semana de la Ciencia y directiva de Ars Creatio. Esta edición, organizada por Ars Creatio, cuenta con la colaboración del Cefire de Orihuela, el Instituto Municipal de Cultura y el Ayuntamiento de Torrevieja, y este año está patrocinada por la Universidad Miguel Hernández y la Vicepresidencia y Consejería de Igualdad de la Generalidad Valenciana.
Primera conferencia: Rosa Ballester
Estrenó el capítulo de conferencias la profesora emérita de la UMH Rosa Ballester, con su ponencia «Mujer y ciencia: perspectiva histórica y binomio con futuro». La dividió en cuatro partes: importancia del tema, mujeres en la historia de la ciencia, científicas en el campo de la inmunología y proyectos en marcha.
En el segundo apartado, Rosa Ballester hizo un detallado recorrido por la historia de las mujeres en la ciencia. Rebatió la creencia generalizada de la ausencia casi absoluta de mujeres en este ámbito del saber durante la historia. Las primeras en tener su protagonismo fueron las médicas. A este respecto, se han elaborado recopilaciones biográficas de científicas del pasado desde la Antigüedad clásica. Los estudios se han hecho desde diversos puntos de vista. Subrayó el caso de la astrónoma austriaca María Winckelmann-Kirch, reconocida como la primera mujer que descubrió un cometa (año 1702).
Sobre las posibles razones del escaso número de mujeres en la ciencia, expuso distintos discursos: el de la inferioridad (siglo V a. C. hasta XIV; se basaba en teorías que sostenían el «desequilibrio» de las mujeres o la influencia de un útero «migratorio», lo cual repercutía hasta en textos legales y teológicos), el de la diferencia (siglo XVI a XVIII; con la influencia de naturalistas y filósofos, en los que se apuntaba la «fragilidad» femenina) y el de la ciencia positiva (siglo XIX hasta la actualidad; supuso un cambio cualitativo en las ciencias, al basarlas en la experimentación y en la formulación de hipótesis, y se desmontaron ideas anteriores; también se medicaliza el cuerpo de la mujer y aparece la especialidad de ginecología y obstetricia).
Seguidamente, la conferenciante pasó a exponer algunos datos del ejemplo español. La enseñanza a las niñas existe desde la ley Moyano (1857), si bien encaminada a unos trabajos determinados. Un serio inconveniente fue el alto grado de analfabetismo. La enseñanza superior para las mujeres tuvo uno de sus principales defensores en la Institución Libre de Enseñanza, con Giner de los Ríos. Las mujeres entraron en la Universidad, aun con muchos problemas y restricciones, a partir de 1868.
Tras dedicar unos minutos a las científicas en el campo de la inmunología y las vacunas, con especial mención para Isabel Zendal, Rosa Ballester terminó la conferencia con los proyectos emprendidos; entre otros, el informe ETAN y la política científica de la UE.
Segunda conferencia: Marta Garaulet
La segunda de las ponencias, con el título «Horarios de comida y sueño en niños en edad escolar», fue desarrollada por Marta Garaulet, catedrática de la Universidad de Murcia. Según contó, los dibujos que ilustraban las imágenes y los gráficos expuestos durante su charla son obra de sus propios hijos cuando eran niños.
Su introducción trató sobre la cronobiología, la disciplina de la biología que estudia los fenómenos periódicos en los seres vivos. Explicó el concepto de «relojes biológicos», con idénticas propiedades en distintas especies. En el caso de los humanos, nuestra fisiología cambia durante las horas del día, según la segregación de determinadas hormonas (leptina, cortisol y melatonina). Éstas muestran un ritmo circadiano. Estos ritmos están coordinados por el núcleo supraquiasmático (localizado en el hipotálamo y considerado como el «reloj central»). La intensidad de luz u oscuridad, la ingesta o el ayuno, la actividad o el reposo, influyen en órganos como el corazón o el riñón y en la glándula pineal, que es la que segrega la melatonina.
Las cronodisrupciones (cambios de los ritmos habituales de comidas o sueño) producen alteraciones en los genes reloj, con las consiguientes en la segregación de melatonina y cortisol. Las consecuencias pueden ser la obesidad, cambios de humor y, en los casos más graves, enfermedades cardiovasculares o incluso cáncer. Marta Garaulet dirigió un estudio en niños sobre sus temperaturas periféricas, actividades motoras y posiciones del cuerpo (exposición a la luz), y extrajo unas interesantes conclusiones. Incidió en la conveniencia de no cenar a una hora avanzada, sobre todo en los niños. La fragmentación (cambios bruscos) en los ritmos circadianos es un marcador de envejecimiento. Los «cenadores tardíos» son más proclives a la obesidad. De ahí la importancia de regular bien los horarios de comidas y sueño.
Como conclusión, Marta Garaulet transmitió cinco consejos del Grupo de Obesidad de la Universidad de Murcia: dormir más de siete horas, adelantar la hora de la cena, evitar la exposición a una luz intensa durante la tarde-noche, adelantar horarios de actividad y tener ritmos más estables (repitiendo horarios de comida y actividad en los diferentes días de la semana). Los interesados en el tema disponen de una información más detallada en su libro Los relojes de tu vida, editado por Paidós. También recomendó siestas cortas y reparadoras, de media hora, pues si se prolongan se corre el riesgo de despertar en una etapa de sueño profundo. No es posible recuperar en unos días el sueño que se haya podido perder en los anteriores.