Aprovecho una de esas tardes en las que no apetece demasiado hacer nada (y estoy, además, exento de obligaciones) para volver a ver la película El cuarto mandamiento, de Orson Welles. Impresiona pensar qué hubiera sido de esta cinta de haber hecho el director la película que realmente tenía en la cabeza. Es tal la fuerza de lo que queda que uno no puede más que rendirse a la evidencia de que Welles ha sido uno de los verdaderos genios de la historia del cine.
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Fin de semana en la feria diocesana Lux Mundi. El paseo por los stands en los que aparecen los diferentes movimientos de nuestra diócesis resulta muy esclarecedor: no conocemos ni la iglesia en la que hemos pasado toda la vida. Es esperanzador, por otra parte, poder comprobar que sí hay gente joven implicada ya en estos movimientos. La pregunta clave, no obstante, sigue en al aire: ¿será eso suficiente?
La presencia (con procesión incluida) de Nuestro Padre Jesús (Orihuela), la Santa Faz (Alicante) y la Asunción (Elche) sirve para marcar una suerte de triángulo espiritual de la fe de nuestra diócesis.
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Llevo unas semanas sin ver el telediario ni prestando demasiada atención de las noticias. Y no ha pasado nada, salvo que soy más feliz.
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Cuando era pequeño mi madre me hacía guardar un pañuelo en el puño de la manga del pijama, por si en mitad de la noche estornudaba.
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Tengo la costumbre de subrayar, anotar, marcar y señalar los libros que leo. Normalmente lo hago a lápiz, pero reconozco que si no tengo uno a mano no me importa hacerlo incluso con bolígrafo. Esto permite seguir mi rastro lector desde hace muchos años en una especie de geografía sentimental en la que yo mismo, muchas veces, soy el más sorprendido.
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Buscando una nota en El Greco, de Manuel B. Cossio, me encuentro con el siguiente párrafo subrayado del capítulo sobre la relación entre El entierro del Conde Orgaz y El Quijote: “Por los mismos años se concebían, y en la misma amplia y soleada llanura se engendraban, a la vista una de otro, la novela y el cuadro, las dos más armónicas y originales conjunciones de idealismo y realismo que en el arte español se han producido”.
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Vuelven el frio y los cielos encapotados; algunas gotas de lluvia vienen a recordarnos que estamos en invierno. Y es que a veces echo de menos precisamente eso, el frío, el saber en qué estación te encuentras. Poder abrigarte y llegar a casa y prepararte un buen café o un té bien caliente y leer un rato mientras al otro lado de la ventana se escucha el agua caer. Sí, un poco de esa estampa invernal no por tópica menos anhelada.
Marco Antonio Torres Mazón