Anotaciones de febrero I: Nuevos caminos

Despiden a Fernando Savater del diario El País. La penúltima demostración de que este periódico, que hace unas décadas era ejemplo de periodismo plural, ha entrado en una deriva paralela a la del gobierno. El riesgo está en pensar que es Fernando Savater, como Andrés Trapiello o como Félix de Azua, el que se ha “movido”, cuando en realidad son otros los que han derribado el escenario.

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            Me pregunto cuántas veces, justificando un mal comportamiento, no somos cómplices directos del mismo y, por tanto, doblemente culpables.

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            Veo la película, de los años 30, Las hermanas de Gion, de Kenji Mizoguchi. Dura 65 minutos. Lo que dura un capítulo de cualquier serie de moda. Y logra narrar todo un drama, todo un mundo, en apenas 1 hora. ¿Qué está pasando en el cine que los directores parecen incapaces de contar una historia en una hora y media? ¿A qué se debe ese afán elefantiásico de estirar la duración de las películas por encima de las dos horas cuando, en realidad, esa debería ser la excepción? Está claro que una película como El padrino o como Lo que el viento se llevó no puede contarse en hora y media, pero también está claro que hoy en día cuesta encontrar una cinta que se acerque a su calidad.

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            Caminar es huir de un sitio para llegar a otro. El resto es vagabundear.

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            Leo, por fin, algo del último Nobel de literatura, Jon Fosse. Me sigue sorprendiendo, para bien, la concesión del premio. Un libro, titulado Trilogía, que se te queda dentro tiempo después de terminar la lectura. Y eso es mucho.

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            Caminar junto al mar mientras cae la tarde se ha convertido en un bálsamo y en una necesidad.

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            Emprender nuevos caminos siempre me ha dado miedo, a pesar de que con los años he aprendido a disimular ese temor. Es la incertidumbre, así como mi eterna baja autoestima, la que hace que aparezca en mí la duda y el titubeo. Siempre pienso que voy a hacerlo mal; siempre creo que otros lo van a hacer mejor que yo.  En parte me siento como en el famoso poema de Robert Frost, El camino no elegido, en el que nos cuenta cómo un viajero se ve ante la posibilidad de elegir, en medio del bosque, entre dos caminos. Tras mucho meditar elige uno de ellos. Y termina el poema: “Seguramente esto lo diré entre suspiros / en algún momento dentro de años y años / dos caminos se abrían en un bosque, / elegí… / elegí el menos transitado de ambos, / y eso supuso toda la diferencia”. (traducción de Andrés Catalán para Linteo Editorial)

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