Anotaciones de abril IV: Música, ángeles y una ventana

Una duda: si tuviera el lunes la actitud del viernes por la tarde… ¿lograría cambiar la grisura del lunes por la luz tenue del viernes por la tarde?

Australia; una persona armada con un cuchillo asesina a varias personas en un centro comercial. Dos días después, otra persona ataca a un sacerdote católico mientras oficia misa en una iglesia. Suma y sigue. Y nadie comenta nada a las pocas horas del suceso. Está ocurriendo esto desde hace demasiado tiempo y con una frecuencia cada vez más descarada. Pero no se puede decir nada, ni opinar, ni preguntar sin el consiguiente riesgo al señalamiento.

Es difícil opinar con sinceridad casi de cualquier cosa. Es difícil y es un riesgo, a poco que te salgas de los lugares comunes y tengas tu propio criterio.

Escribo por la noche. Mientras, escucho la Sinfonía nº 3 de Górecki. Esa sinfonía en la que hay un canto hecho con la letra que una niña escribió en las paredes de una cárcel de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial y que es una emocionada plegaria a la Virgen. En el silencio de la noche, mientras tecleo palabras y más palabras, parece que soy testigo de algo que me supera por todas partes.

En la muerte de Javier, el hermano de mi cuñada Lydia, nunca he tenido más sensación de que en el cielo ya hay un ángel más. Más que sensación, certeza. Él ya era un ángel en la tierra, ahora sólo ha subido al cielo para recoger sus alas. El que antes necesitaba de muchos cuidados ahora cuida, desde el cielo, de todos nosotros. La puerta será estrecha para muchos que piensan que van a entrar por una avenida, y muy grande para muchos que hoy son los últimos en todo.

La música es clásica no por antigua, sino porque lleva sonando desde hace siglos y sigue pareciendo recién compuesta. Nadie lo dijo mejor que Juan Ramón Jiménez: “Actual, es decir, clásico; es decir, eterno”.

Hablando de música clásica, o de música en general, esta frase de Ramón Andrés (de su libro de aforismos titulado Caminos de intemperie): “El canto gregoriano inhibe la gravedad, es la voz que alumbra el interior de los secretos que no decimos”.

Hay una anotación en los diarios de Jules Renard que me gusta mucho. Lleva fecha del 3 de enero de 1908 y dice así: “Una ventana que dé a la calle es mejor que un teatro”. En el teatro a veces nos encontramos con la realidad y en la calle, en numerosas ocasiones, vemos representadas verdaderas obras de teatro.