Notas de otoño II: Ser libres

Leyendo Autorretrato con radiador, de Christian Bobin. Es un diario que abarca más o menos un año. Bobin le habla a los tulipanes, a las flores sin nombre del campo. Ese diálogo que mantiene el autor con las cosas pequeñas me ha recordado a José Jiménez Lozano. Y en ese dialogar con lo pequeño, con lo minúsculo que pasa desapercibido a primera vista, radica sin duda su grandeza. Es ya el segundo libro de Christian Bobin que cae en mis manos y seguro que no será el último.

La tensión que produce ver cómo las palomas apuran al máximo levantar el vuelo cuando pasas con el coche. Sensación de que las vas a atropellar. Y luego, cuando crees que efectivamente has pasado por encima, las ves salir literalmente del mismo motor del coche. Se te escapa entonces un suspiro de alivio, o una muestra de asombro parecida a la que usamos cuando vemos un castillo de fuegos artificiales. Sí, es como si esas palomas salieran disparadas al cielo como cohetes.

Una escritora está promocionando su libro. En una entrevista que le hacen en la radio dice que ella está a favor de la eutanasia sin enfermedad, simplemente porque alguien se canse de vivir. Lo dice con un tono de frivolidad tan desagradable que no puedo más que dejar constancia aquí de mi asombro. Desde luego, es tal la empanada mental de la señora escritora (o más bien “escribidora”, como diría Roberto Bolaño) que causa hasta rubor escuchar sus declaraciones. Tiene, por cierto, 81 años. Es sintomático de una determinada forma de pensar. Si la vida y la muerte dejan de ser sagrados, si ya son algo de lo que hablar así, entonces es que el suicidio asistido se lo tiene que aplicar esta sociedad occidental nuestra. La medida real de lo mal que estamos es justo la distancia que hay entre la forma de hablar de la muerte de Tolstoi, Dickens, Proust, Unamuno o Chesterton y cómo lo hace esta señora escribidora. Ni un milímetro más.

Esa peligrosa tendencia a realizar películas, series o libros para los más jóvenes donde se difuminan, cada vez más, las fronteras entre héroes y villanos. Lo llaman “complejidad” pero se trata de un ahondar en un relativismo que ahoga y anula el verdadero fundamento de las grandes historias: aprender a reconocer el bien y el mal en el mundo. Aprender a distinguir claramente ambas cosas nos permite poder elegir. Y poder elegir es lo que nos hace ser libres.

No recuerdo un mes de septiembre en el que el otoño entrara de forma tan clara, con sus noches frescas y sus días de lluvia. Ahora le toca a octubre demostrarnos sus primores. Allá vamos…

Marco Antonio Torres Mazón