Anotaciones de otoño V: Proyecto para una biblioteca básica (contra la estupidez)

Me entero por la prensa de la polémica a propósito de la realización de las puertas de la catedral de Burgos por parte del artista Antonio López. Hay un problema de fondo, a mi entender: la firma (Antonio López) va por delante de la obra (las puertas). El resto de la catedral se hizo al revés, primero la obra y luego, en algunos casos, el nombre.

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            He terminado haciendo de mi problema a no saber decir “no” una ventaja: la gente cree que siempre estoy dispuesto a todo. Ay…

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            Los buenos libros infantiles son para todos los públicos. Por lo tanto, se puede decir que no existen libros infantiles. O, también, que todos somos niños, aunque nos hagamos mayores.

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            Ser capaz de hacer lo que tienes y lo que quieres hacer. Sonreír si te apetece sonreír, al margen de las nubes y borrascas que puedan producirse alrededor.

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            La peste a podrido de la corrupción siempre es igual, venga de donde venga. Pero depende de dónde te coloques te molesta más o menos el olor. Eso es lo triste.

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            Una biblioteca básica para no hacer el ridículo el Día de la Hispanidad. El Quijote, de Cervantes, lo primero; acompañado por las Meditaciones del Quijote, de Ortega y Gasset. La crónica de Bernal Díaz del Castillo, imprescindible, aunque sea en una edición abreviada. Para saber lo que fuimos, sin complejos, España, tres milenos de historia, de Antonio Domínguez Ortiz; para saber contar lo que fuimos, España inteligible, de Julián Marías. Para conocer nuestra alma, tres autores: Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. Estos tres autores se pueden aderezar con la Guía espiritual de Castilla, de José Jiménez Lozano o, del mismo autor, con Sobre judíos, moriscos y conversos. También, claro, los Diarios de Jovellanos (hay una antología muy buena en Alianza, preparada por Julián Marías), En torno al casticismo, de Unamuno (que Jon Juaristi considera, con razón, el primer ensayo moderno español) y los Ensayos liberales, de Gregorio Marañón. Como son muchos libros y al año que viene, por estas fechas, los mismos dirán las mismas tonterías (acomplejadas y desinformadas), seguiremos añadiendo títulos a esta biblioteca básica con la esperanza de incitar a una lectura provechosa.

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            No hay ningún día que sea perfecto; del mismo modo que no hay ningún día que sea malo en su integridad. Cada día contiene en su interior, como la semilla de Emerson, la totalidad de nuestros sentires, de nuestros deseos y anhelos.

            Marco Antonio Torres Mazón