La frase final de Jane Eyre, de Charlotte Bronte: “Amén, ¡Ven, Señor Jesús!” casi podría rivalizar con la de Dickens en Cuento de Navidad: “Qué Dios os bendiga a todos”.
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A los libros para este Adviento y Navidad que comenté hace una semana, añado ahora una preciosa edición de Villancicos que la editorial Renacimiento ha sacado estos días. Hay en estas letrillas, muchas veces como sin darse importancia, una verdad profunda que late bajo la sencillez de lo popular. Lecturas para celebrar y bendecir este tiempo.
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Parece que en los últimos años la política consiste básicamente en tratar de conseguir el poder por cualquier medio o en tratar de conservarlo, también por cualquier medio. Bueno, en realidad esto es así desde un poco antes del Imperio Romano.
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Me entero ahora de la muerte, el pasado 21 de agosto, de Harold C. Raley, hispanista y filósofo norteamericano. Especialista en la obra de José Ortega y Gasset y de Julián Marías. Acerca de este último, tiene un libro titulado La visión responsable. Busco el libro en los estantes de mi biblioteca y lo abro al azar. Encuentro un trozo dedicado a Unamuno. Siento algo de pena al comprobar que ningún medio de comunicación parece que se hizo cargo de la noticia. Ahora, cuatro meses más tarde, es cuando yo le rindo este pequeño tributo. Harold C. Raley, Hartselle, Alabama, Estados Unidos, 23 de noviembre de 1934-Houston, 21 de agosto de 2024. Que descanse en paz.
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Día de la Purísima, de nuestra Patrona. La cantidad de recuerdos que vienen a visitarme sólo es comparable a la profunda alegría que siento. Han sido unos momentos muy intensos los vividos en estas semanas. Momentos de diversión, de compartir con familia y con amigos, pero también momentos de recogimiento, de oración personal y comunitaria. En la procesión, con el cirio encendido en la mano, no puedo evitar pensar en esa luz que en la película Nostalgia (Andrei Tarkovski) el protagonista protege del viento con su mano, con su cuerpo, con su vida. Una luz que, como traté de explicar en mi pregón a estas Fiestas Patronales, tenemos la responsabilidad de transmitir a las siguientes generaciones. Como la luz de las lamparillas de aceite del Evangelio. Una pequeña llama que sigue brillando con la intensidad de una estrella en mitad de un cielo oscuro.
Gracias a todos los que me han acompañado en estos días intensos. María, madre del Adviento, puerta de la Navidad.
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El olor de la cocina en estos días de fiesta. El cocido con pelotas; los mantecados que hace mi suegra cada año: una forma de recordarnos que en la mesa es donde se cuece todo.
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Llega el frío de golpe, como siempre; sin avisar. Y no puedes evitar recordar ese “Velad” del Evangelio de Marcos. Nunca una sola palabra fue tan oportuna.
Marco Antonio Torres Mazón