El pasado 11 de enero falleció, a los 82 años de edad, el maestro calafate, Ildefonso Rodríguez Ayala, continuador de su profesión hasta su jubilación en el año 2003, después de más de cincuenta años dedicado a la creación de todo tipo de embarcaciones en su astillero de carpintería de ribera, el de los “alifonsos”, uno de los más populares y querido a lo largo de la historia por los torrevejenses.
Ildefonso fue la cuarta generación de calafates torrevejenses, un oficio que traspasó también a uno de su hijo varón, Ildefonso Rodríguez Martínez, aunque en estos momentos se trata de un oficio que prácticamente ha desaparecido.
Ildefonso Rodríguez Ayala nació en el año 1936 y comenzó a trabajar a los 14 años a las órdenes de su padre, Ildefonso Rodríguez Vallejos. En sus astilleros, situados primero en la playa de Cala Cornuda, arenal de Torrevieja, de donde tuvieron que trasladarse por las obras del puerto a la playa del Acequión, a levante del canal y finalmente a la parte de poniente debido a las obras de construcción del Puerto Marina Internacional, fueron dando vida a un gran número de barcos, siempre en compañía de sus hermanos, Manolo y Paco. Fueron más de 200 embarcaciones de todo tipo, barcos de pesca, yates, botes de vela latina y otros para Torrevieja, Barcelona, Valencia, Santa Pola, Isla Tabarca, Guardamar, San Pedro del Pinatar, Villajoyosa, Campello, Perelló, Javea y otros puertos. Entre los barcos de pesca mayores de 14 metros de eslora se encuentran los siguientes: “Virgen del Carmen”, “Nicolás” , “Vaporico Hidalgo” y “Ciudad de San Pedro” para San Pedro del Pinatar; “Rosa María Juárez” y “Joven Francisco” para la casa Juárez; “Hermanos Mata” para Javea; “Jaime Lloret” para Villajoyosa y otros. Entre los yates cabe destacar el “Manoli” para Justo A. Quesada Aniorte, además de varios tresmalles de 8 metros de eslora.
Ildefonso recibió junto a su familia el premio “Diego Ramírez Pastor” en el año 1986 como “los últimos calafates de Torrevieja”, una profesión muy importante en Torrevieja y con la que dieron al Mediterráneo una buena parte de su flota más gloriosa.
Ildefonso ha dicho adiós en silencio, rodeado del amor de todos sus hijos, nietos y de toda su familia. Lo ha hecho como ese barco que se va perdiendo en el horizonte, pero que va dejando una estela en este caso de vida, de historia y de la grandeza de una profesión que quedará para la memoria. Hasta siempre calafate.
Descanse en Paz.