La Virgen del Consuelo, llamada cariñosamente por muchos torrevejenses como la “Virgen de la Cinta”, y que se venera en el primer altar de la nave lateral derecha de la Iglesia Arciprestal de la Inmaculada Concepción, ha sido sometida a una completa y brillante restauración por parte del escultor de Torrevieja, Víctor García Villalgordo, la cual se ha realizado durante los últimos tres meses en su taller de la calle Clemente Gosálvez. En días pasados tuvo lugar la presentación de esta prestigiosa imagen que realizara en 1962 el insigne imaginero José Sánchez Lozano, pudiéndose admirar la profunda actuación de la que ha sido objeto. La imagen fue colocada durante unas jornadas en el altar mayor del templo de La Purísima. Antes de su ubicación definitiva en su altar, junto a la entrada de la capilla del Santísimo, también se llevaron a cabo trabajos de repintado de la hornacina que alberga la imagen.
Ahora ya puede verse la imagen al completo en su lugar habitual y son muchas las personas que le mantienen una gran devoción, las que se congratulan del nuevo esplendor que ha recobrado la imagen gracias al trabajo de Víctor García.
La imagen ya llevaba varios años en un estado de conservación bastante deficiente, con unos daños que habían sido principalmente causados por desgastes y rozamientos como consecuencia de la devoción que muchos le profesan y que se acercan a la imagen para tocarla. Ahora se plantea la posibilidad incluso de instalar un cristal en la hornacina que sirva de protección para la imagen en un futuro.
La restauración de la Virgen del Consuelo ha consistido principalmente en la fijación y el resanado de los elementos primitivos que la componen. También se ha practicado la renovación de las estofas que embellecen los ropajes tanto de la Virgen como del niño Jesús. Víctor García Villalgordo también ha conseguido la reintegración de la policromía original, como la concibió Sánchez Lozano, la cual se había perdido. Esta parte ha sido quizás la más compleja de toda la actuación ya que sólo se conservaba parte de esa policromía en los rostros tanto de la Virgen como del niño, habiendo desaparecido por completo en los querubines que figuran alrededor de la imagen.