Esta vez sobró un cuarto de hora

Finalmente, las condiciones de inferioridad en que está jugando el Torrevieja terminan inexorablemente haciéndolo sucumbir. Como una semana antes en Villajoyosa, el equipo ofreció una buena cara en la primera parte, en la que actuó sin complejos, reaccionó al gol encajado e incluso estuvo a punto de adelantarse con el segundo. Pero todo se vino abajo a partir del minuto 75. Otra vez se había tenido cerca la tranquilidad definitiva, pero ésta se esfumó cuando el partido encaraba su último tramo. Nada se puede reprochar a los futbolistas que están saliendo a hacer lo que pueden, y en estos dos últimos compromisos, pese a los resultados adversos, no ha sido poco. La falta de fondo físico y de banquillo están suponiendo una cuesta arriba de imposible escalada. Porque el rival, aunque hasta el momento en que rompe la contienda, en apariencia no haya demostrado una superioridad ostensible, atesora las capacidades decisivas en los momentos decisivos. Y es que el Torrevieja está compitiendo sin garantías para competir; desde luego, sin las necesarias para competir durante una hora y media, tiempo que siempre nos resulta largo, por no decir excesivo, inabarcable.
Durante el primer tercio, el Elda Industrial trató de aprovechar la amplitud de su terreno con lanzamientos a los extremos. La defensa visitante hubo de estar atenta para cubrir los huecos, y en última instancia, Cristóbal anduvo espabilado saliendo de su parcela y despejando con el pie cuando fue preciso, en varias ocasiones. Amagaban los de Fernández Cuesta sin llegar a crear un gran peligro; sin embargo, éste era latente. Por su parte, el Torrevieja, mientras le duraba el fuelle, jugó con cierto desparpajo, moviendo la pelota por la banda derecha por medio de Valencia y Greuchi, y hasta pisando el área adversaria. No se desanimaron con el gol de Sevilla, hasta el extremo de que lograrían el empate sólo cinco minutos después, en una espléndida jugada de Sílver tras el robo de Santi. Los de Pedreño habían dado un paso más en sus recursos balompédicos: se habían demostrado a sí mismos que podían marcar y, en consecuencia, se abrían más posibilidades, además de la de terminarse el partido en cuanto el tanteo se pusiera en contra. Lo cual es mucho para la que viene cayendo.
Incluso tuvimos la opción de ponernos con ventaja. La mejor oportunidad de la noche —además de las que se transformaron, obviamente— volvieron a fraguarla los dos protagonistas anteriores. Santi recogió un rebote y dejó a la izquierda para Sílver, que desde el vértice del área lanzó en parábola al travesaño, y el balón botó apenas a dos palmos de la raya. Era la última acción antes del descanso, y sin duda quedará señalada en nuestro recuerdo de este choque. Como cabía temer, se avecinarían un periodo crítico. Iban transcurriendo los minutos y, aun conscientes de la repetida y por ello conocida situación, se albergaba alguna esperanza de al menos salvar el empate. Los eldenses no generaban ocasiones, y las aproximaciones a las respectivas porterías estaban igualadas en los lances tácticos. Pero el ritmo en los de casa iba aumentando, con el Torrevieja perdiendo chispa en su trabajo. Cada vez costaba más parar las oleadas. Hasta que, en una de ellas, Mario conectó un disparo certero. El segundo mazazo resultaría definitivo, a pesar de los nobles propósitos de los de amarillo.
Antes de desmoronarse todas las ilusiones, Samuel lanzó un contragolpe por la izquierda para Máicol, cuyo pase en paralelo para la carrera franca de Manuel Aguirre fue detenido por Óscar. Fue el coletazo postrero. Porque de inmediato, una acción de Valencia, tratando de evitar la arrancada de un rival, le acarreó la segunda amonestación —varias innecesarias habíamos recibido antes del descanso, y terminaríamos pagándolo—, lo cual significó la claudicación. Cristóbal desvió ágilmente un testarazo de Cristian, sólo tres minutos antes de ver batido su marco por tercera vez, con el gran disparo de Aitor. El cuarto tanto fue consecuencia de una pena máxima, transformada por Abraham. Aunque para «pena máxima», la que está viviendo nuestro equipo en este final de temporada. No cabe duda de que 4-1 es un resultado concluyente, quizá más de lo que fue el encuentro. En estas circunstancias, nada consuela que se haya mantenido la lucha y las espaldas en alto hasta el último cuarto de hora. Y es que, en estas ingratas jornadas, nos viene sobrando un trozo de cada partido, mayor o menor.