Junio Medioambiental: Concienciar para cuidar nuestro entorno

Torrevieja apuesta, defiende y cree en el medio ambiente. Así lo ha demostrado el galardón que recientemente le ha concedido la Generalitat Valenciana al municipio por su apuesta por el medio ambiente y la biodiversidad en los V Premios Biodiversidad y Sociedad.
Este mes la ciudad celebra la tercera edición de ‘Junio Medioambiental’, una iniciativa interdisciplinar organizada por la Concejalía de Medio Ambiente, dirigida por Fanny Serrano, en colaboración con Agamed, que se suma a las acciones de educación medioambiental que el Ayuntamiento desarrolla para alcanzar un futuro más sostenible.

José Díaz, director y protagonista de ‘100 días de soledad’ (largometraje de estreno que ha sido nominado a Mejor Película en el Jackson Hole Wildlife International Film Festival, los denominados Óscar del cine de naturaleza):
“Fui 100 días inmensamente feliz” 

Uno de los protagonistas de esta edición es, sin duda, José Díaz. Algunos habrán escuchado su historia, o más bien de su hazaña, aunque él probablemente no utilizaría ese término. José pasó 100 días en la sierra asturiana, y en esa experiencia, mientras se reafirmaba en la idea de que en la montaña se encuentran menos peligros que en la ciudad, grabó con un dron y tres cámaras 300 horas que luego se convirtieron en el documental ‘100 días de soledad’. Este asturiano de 52 años, propietario de una empresa de interiorismo y padre de tres hijos, estuvo, después de vivir cuatro años en Torrevieja, a solas con la naturaleza. Sin electricidad, sin ordenador, sin reloj, sin móvil… El Parque Natural de Redes fue el escenario. Lo conoce desde los 4 años y en él ha pasado algunos de los días más importantes de su vida.
Vista Alegre: Redes era un sitio tan familiar y especial para ti que fue parte del escenario de tu luna de miel.
José Díaz: Sí, allí pasamos la mitad de la luna de miel. Fuimos a un viaje típico que decidió mi mujer y luego yo elegí un viaje menos común.
V.A.: ¿Cómo surge este proyecto?
J.D.: Siempre había tenido ganas de pasar más tiempo en la cabaña y cuando conocí al productor de Wanda Films me ofreció hacer un proyecto juntos.
V.A.: ¿Qué es el monte para ti?
J.D.: Para mí significa lo contrario a lo que es la ciudad: tranquilidad, armonía, belleza, equilibrio y curiosamente compañía. En la ciudad me siento mucho más solo estando rodeado de cientos de personas.
V.A.: ¿Qué has aprendido en estos 100 días a solas con la naturaleza?
J.D.: Realmente me reafirmé en las convicciones que tenía: que las prioridades están lejos de las necesidades que nos hemos creado, que la felicidad no está en lo material, que se puede vivir con menos, que se puede y se debe hacer un parón en la vida para verla desde otra perspectiva, que se puede vivir sin publicidad, sin móvil, sin televisión, sin radio y sin saber de lo que te rodea. Es una locura tener tanto para nada. Yo fui 100 días inmensamente feliz.
V.A.: Respecto a lo que dices del móvil, debes de ser de las pocas personas que no tiene.
J.D.: No tengo móvil y no lo voy a tener, no lo quiero. Hace años tomé la decisión porque me restaba mucha vida. Te obliga a ir a un ritmo que… Esa dinámica no la quiero.
V.A.: ¿Y para ti hay algo que sea imprescindible?
J.D.: Por supuesto. La familia, la amistad, el amor y la naturaleza son absolutamente imprescindibles. Y el tiempo también es imprescindible, ahora lo valoro muchísimo.
V.A.: ¿Qué papel tuvo el caballo, Atila, en la experiencia?
J.D.: Aunque él no me contestaba, yo le hablaba como si fuese un paisano. También me ayudó mucho en los desplazamientos largos. Fue una ayuda, una compañía, y también una forma de ver la evolución de la relación de un hombre y un animal. Empecé manejándolo con dificultad, al principio no me quería, y luego acabamos yendo juntos todo el rato.
V.A.: ¿Y la forma de vivir y sentir la experiencia cambió durante tu estancia?
J.D.: Hubo una evolución. Al principio me fijaba en el exterior, en lo que pasaba y veía, en cómo maduraban y se movían los árboles, pero a partir del día 40 hice una introspección y me centré en mis pensamientos. Físicamente fui cogiendo buena forma y después estaba bien pero mentalmente cansado, principalmente por el documental.
V.A.: ¿Por qué?
J.D.: Me agobió porque detrás de mí había un productor, un documental coproducido por TVE y tenía miedo de no estar a la altura. Nunca había cogido una cámara.
V.A.: ¿Tuviste miedo en algún momento?
J.D.: No, una vez allí no tienes miedo. Tienes precauciones, pero soy muy prudente en la montaña y la zona la conozco muy bien. No tengo miedo a la soledad, ni a caminar por la noche en la oscuridad, ni a los lobos. Todos los miedos que tengo son relacionados con la ciudad, con los bancos o con las gestiones burocráticas.
V.A.: Durante tu estancia hablabas con tu hermano, fallecido. ¿Había surgido antes o era la primera vez?
J.D.: No era muy consciente pero el monte me acercaba a mi hermano. Allí estás en silencio, concentrado en lo que piensas y sientes, y me venían recuerdos de mi hermano, de cuando íbamos a Redes en las últimas fases de su vida.
V.A.: ¿Qué sentimientos se pasan por la cabeza?
J.D.: La mayoría son positivos. Te sientes privilegiado pero es verdad que tienes momentos bajos porque ves que vamos de cabeza. Allí generé una bolsa de basura en los 100 días. En mi casa todos los días salen dos bolsas. Vamos a acabar reventando el planeta.
V.A.: ¿Cuál fue el peor momento?
J.D.: El peor, sin duda, la despedida de la familia.
V.A.: ¿Cómo era el día a día allí?
J.D.: Tenía un método para grabar las 300 horas que quería porque quería grabar 10 veces más de lo que haría cualquiera porque soy 10 veces peor. Si quería grabar al lobo, tenía que salir 5 o 6 horas, filmaba unas 3 horas y luego visionarlo. Escribía un diario, cuidaba de las gallinas, la huerta y el caballo. Cocinaba, limpiaba… Los primeros días dormía 4 o 5 horas pero luego me organicé y hacía fabas para 7 días.
V.A.: ¿Dónde dormías cuando ibas a hacer una excursión lejana?
Unos 20 días dormí a la intemperie, pero la mayoría de veces dormí en refugios de alta montaña. Me llevaba la comida en botes y material para hacer fuego.
V.A.: ¿Pensaste en abandonar?
J.D.: No, me fui con las ideas claras. Habíamos hablado de que lo único que me podía echar para atrás era la muerte de un ser muy cercano. No me planteé nunca dejarlo aunque pasé momentos duros.