El pasado lunes día 26 de octubre falleció a los 84 años de edad, José Antonio Ortuño Dolón, conocido por los torrevejenses como “Antoñico El Urbano”, de la saga de chóferes y taxistas que se remontan a su propio padre, Urbano Ortuño, una familia que ha sido toda una institución en Torrevieja en las lides del transporte de viajeros.
Desde muy joven Antonio definió sus dos caminos que a lo largo de los años han marcado su vida: su profesión y su amor y devoción primero a su esposa y después a su familia, a sus hijos y nietos. Contaba tan solo 11 años y “El choto” le dejaba su coche para presumir delante de su amor, la bellísima mujer que años más tarde se convertiría en su esposa, María Elena Maciá Herreros, cuando venía con su `padre Manuel “El Nesque” de los toros de Murcia. Pero aún antes, con tan solo 8 años Antonio ya le envió a Marilena una postal de amor dedicada: “Nuestro amor el hielo fundirá, tralarí, tralará….”
Millones de kilómetros recorrió Antonio con su taxi, el número 2 de Torrevieja, por aquellas sinuosas y peligrosas carreteras que él hacía asequibles para todo el mundo. Su coche siempre fue un espacio de confort para todos los clientes, donde imperaba su buen humor, su sentido servicial, atento y siendo, como bien dijo en la homilia de su entierro el sacerdote Pedro Payá “un gran acompañante” de tantos y tantos torrevejenses. “Antoñico El Urbano” trató a todos por igual, fue un auténtico embajador de Torrevieja para infinidad de turistas – clientes – que le reclamaban para visitar nuestra ciudad habitualmente y que al final se convertían en amigos para siempre. Desempeñó con la máxima expresión ser un servicio público en buenos, regulares y malos momentos que excediéndose en su labor profesional también hacía suyos siguiendo los impulsos de su buen corazón. Un sin fin de experiencias y anécdotas han jalonado su vida, incluyendo aquel día que llevaba en su taxi a la Infanta Beatriz de Borbón, a la que le contó la leyenda de la visita de su abuelo, Alfonso XIII a Guardamar sin saber ni siquiera quien era ella. Por aquella “hecha” se llevó la portada de VISTA ALEGRE con el título de “La princesa y Antonio”.
Antonio ha llegado a su destino final, pero lo ha hecho dejando una estela de cariño, simpatía, familiaridad y don de gentes, siempre en comunicación con las personas. Fue un interlocutor nato. Y por todo ello despertó el cariño y aprecio de todos cuantos le conocieron y así le recordarán.
VISTA ALEGRE expresa sus más sinceras condolencias a su mujer, hijos y nietos.
Descanse en paz.