Creo que no hay nada más bello, más puro y que aporte más, que una sonrisa. Un gesto que cuesta tan poco y es tan preciado. De hecho, la vida con ella, sabe cómo diferente, tiene otra luz, otro significado y otra forma de afrontar todo lo que nos viene encima y que muchas veces no es poco. Pero no solo es eso, sino que también sonreír tiene grandes beneficios para la salud. En primer lugar, mejora nuestro humor y aumenta nuestros pensamientos positivos. La liberación de una hormona llamada serotonina ayuda a levantar el ánimo y a alejar los pensamientos negativos que pueden favorecer la depresión. También favorece la aceptación social ya que cuando lo hacemos resulta más agradable para el resto de personas. Nos ayuda a reducir el estrés, además favorece la liberación de neuropéptidos que son unos neurotransmisores que ayudan a que las neuronas funcionen mejor y podamos pensar de manera más clara. Ayuda a nuestro corazón y a combatir el dolor de dos formas: por un lado, libera unas hormonas que actúan como analgésicos, y por otro, aumenta nuestro umbral del dolor creando una mayor tolerancia al mismo. Sonreír nos hace vivir más años, según diferentes estudios, estos gestos ayudan a alargar la vida de unos 4-6 años de promedio. La sonrisa suele ser contagiosa, convirtiéndose quizás en la droga más saludable del mundo. Si todos sonriéramos, estoy convencido que muchos de nuestros problemas no serían tanto. En definitiva, se trata de un bien tan cotizado que últimamente entre mascarillas e inestabilidad provocada por la crisis económica que nos afecta a todos, está en peligro de extinción. Hoy, sábado 20 de marzo se celebra el Día Mundial de la sonrisa, por eso pido y deseo que no solo hoy, sino todos los días sigamos sonriéndole a la vida. Que nunca nos borren ese don tan bonito que nos dieron, y porque los días sin sonrisas son eso, menos días.