Abrir la puerta del museo “La imprenta en Torrevieja” es entrar en un espacio donde se recrea el ambiente de una imprenta del siglo XIX y XX. Allí podemos conocer una forma de trabajar y una maquinaria que hoy en día ya no existe. Entramos y evocamos ese olor a tinta y a lápiz tan característico de este oficio, comenzamos a percibir el sonido de un rotativo, el tacto del papel de pulpa de madera y el sabor agridulce del trabajo duro. En definitiva, entramos al Museo de los cinco sentidos de la letra impresa en papel.
Lo primero que llama la atención es un panel de 4 metros de longitud que nos traslada al pasado y que narra la historia de las seis imprentas que tuvo Torrevieja desde 1880. Estampas, recortes de periódicos, impresiones y fotografías de ese periodo nos relatan la evolución de una forma de hacer la impresión que hoy ya ni se emplea ni se conoce.
Una pieza curiosa del Museo es el Chibalet, un mueble que en sus 300 cajas o cajones contiene miles y miles de letras de diferentes tipos (inglesa, gótica, cursiva, jónica, etc.) y era una herramienta imprescindible para la composición de una página en los años 30 del siglo pasado. Este tipo de mueble formaba parte de la mesa de trabajo donde se diseñaban las palabras, letra a letra, para su posterior impresión. Con sólo esos elementos el impresor tardaba unas 5 horas en componer una hoja y cerca de 5 días para sacar 15 revistas de 12 páginas cada una… ¡Increíble!
La reina estrella de la exposición es la máquina de impresión Minerva Manual de 1888, que apareció en Torrevieja de la mano de José Lanzarote y Brunetto, dueño de la primera imprenta. Fue esa máquina, ya en la imprenta de Juan Cerezuela, la que se utilizó para el primer número del semanario Vista Alegre en 1955, concretamente el 29 de mayo.
Once años más tarde se sustituyó por una un poco más moderna, Minerva Heidelberg, que, aunque la composición del texto era el mismo, acortó los tiempos de impresión.
Toda imprenta de esa época tenía una guillotina para cortar el papel en el formato que solicitaba el cliente. En el museo se puede ver la primera guillotina que tuvo Torrevieja, que data de finales del siglo XIX, con un sistema muy rudimentario y manual, donde los accidentes eran muy numerosos.
La exposición cuenta con más útiles y fotografías de esa época y también con una colección de máquinas de escribir, transistores de radio, material de oficina e incluso un modelo del primer ordenador diseñado por Macintosh.
Miguel Aráez Suárez, propietario del museo, que se inauguró en el año 2012, no se hubiera imaginado cuando comenzó este oficio con 12 años de edad que tan sólo cincuenta años después entraría la revolución digital y lo cambiaría todo.