Tiene 29 años y acaba de recibir uno de los premios ‘Jóvenes Investigadores Informáticos’ que otorga la Sociedad Científica Informática Española (SCIE) con el patrocinio de la Fundación BBVA. Sus aportaciones científicas, plasmadas en publicaciones de prestigio y especializadas en reconocimiento automático en el campo de la notación musical, han hecho que este joven torrevejense sea uno de los seis premiados en la categoría juvenil de estos reconocidos premios. Titulado en Ingeniería Informática por la Universidad de Alicante -UA-, Jorge Calvo estudió primero en el Colegio Acequión y después en el Instituto Las Lagunas, y hace dos años, con 27, se convirtió en doctor. Y mientras su vida se mueve entre congresos, conferencias, la investigación y la docencia, espera con ilusión su sueño: ser profesor en la Universidad de Alicante.
Vista Alegre.- Has recibido este premio por tu trayectoria científica que se ha centrado en cómo enseñar a los ordenadores a leer música, ¿cómo te introdujiste en este campo?
Jorge Calvo.- En la UA había un filón que nadie estudiaba, que era sobre cómo hacer a los ordenadores que aprendan a leer música. No soy músico ni musicólogo, pero para mi trabajo no es necesario, lo que yo hago es parecido a hacer que el ordenador lea texto, aunque con algunas particularidades. Muy pocos estudiamos ese tema y eso, en cierta manera, es parte de mi “éxito”. En el campo del reconocimiento óptico de caracteres hay muchos grupos de investigación sobre cómo leer texto, pero música no. Trabajo mucho con bibliotecas que están llenas de partituras musicales manuscritas.
V.A.- Y el premio, ¿cómo sucedió todo?
J.C.- José Norberto Mazón, coordinador de la sede de la UA en Torrevieja, me animó a presentarme, y cuando me enteré de que estaba entre los premiados, a la primera persona que avisé fue a él.
V.A.- ¿Siempre supiste que querías dedicarte a la ingeniería informática?
J.C.- Me gustaba todo lo relacionado con los ordenadores y las ciencias puras y en el último año del instituto, como a todos nos pasa, tenía la presión de elegir algo. Ahora estoy convencido de que elegí muy bien. Jamás había sentido tanta pasión por nada como por lo que hago ahora.
V.A.- Has utilizado la palabra ‘presión’…
J.C.- Sí, es una presión que te obliguen a elegir tan joven lo que quieres hacer durante los siguientes 40 años; no está bien planteado y es un problema que tenemos en casi todos los países. En Canadá, por ejemplo, cuando acaban la secundaria lo normal es trabajar en verano, ahorrar y tomarte un año sabático viajando y decidiendo qué hacer. Las presiones muchas veces vienen de los propios padres, parece que si no eres universitario, fracasas. Tenemos una presión insana que fomenta que estudies algo aunque no lo tengas claro, y eso, además de generar fracaso académico, supone un gasto tremendo para el Gobierno. Yo tuve suerte porque tengo un hermano informático y otro profesor de universidad, y a mitad de carrera, cuando me empezó a interesar la parte científica, supe qué pasos dar y empecé a apretarme con las notas. Luego me aceptaron como alumno en prácticas, también tuve la suerte de que me dieran una beca de doctorado y leí la tesis en tres años. He estado en Canadá trabajando con un profesor al que le debo mucho porque me abrió las puertas en un año en el que yo no tenía un proyecto y ahora, aunque estoy en la Universidad Politécnica de Valencia, sigo haciendo cosas para él.
V.A.- Los científicos en España siempre reclamáis además de más medios, mejores condiciones, ¿es difícil ser investigador?
J.C.- No es fácil, aunque yo siento que a mí siempre se me han abierto las puertas. Ganamos poco porque los contratos son precarios para todo lo que nos piden, y la universidad es bastante endogámica. La ciencia española es muy buena, pero siento que todavía no están convencidos del potencial que hay. Otro de los problemas de la investigación es que no necesariamente se es buen investigador por tener buenas notas, pero si no tienes notas muy altas, no tienes beca. Ahora dirijo tesis de gente muy buena que está haciendo investigaciones brillantes y que en la carrera tienen notas modestas. Al final ves que hay investigadores potencialmente buenos que se quedan en el camino. La investigación en España es una carrera bastante elitista.
V.A.- ¿Qué importancia han tenido en tu recorrido los centros educativos -el colegio Acequión y el Instituto Las Lagunas- en los que estudiaste?
J.C.- Han sido una parte fundamental. Creo que tuve mucha suerte con mis profesores, especialmente en el colegio porque es muy importante quién te enseña. La base es el colegio y yo tuve un profesor, Manuel Ros, de estos que tienen talento para enseñar y de los que no te olvidas. Minusvaloramos lo importante que es el colegio y el instituto y a sus profesores, y a mí Manuel me transmitió lo más importante, las ganas de aprender.
V.A.- Y ya que hablamos de dificultades, háblanos de la brecha de género que hay en la ciencia.
En el campo de la informática hay muchos más hombres y la cuestión creo que está en hacer que a las mujeres les interese también investigar y entrar en estos campos. Es algo completamente social. A las niñas les regalamos muñecas y dime cuántas niñas conoces que le hayan regalado un mecano. Parece una tontería, pero no lo es. ¿A cuántas mujeres les regalan un balón de fútbol? Es una pena, es un problema de educación temprana y por suerte, universidades como la de Alicante hacen jornadas para acercar la ciencia a las niñas.
V.A.- ¿Tienes algún sueño?
J.C.- Ser profesor de la Universidad de Alicante y, por fin, ha salido una plaza, después de unos siete años; el mes que viene se sabrá para quién es. Ahora estoy en Valencia y aunque estoy muy bien, impartiendo docencia, investigando y dirigiendo algunas tesis, me encantaría volver a Alicante, donde hice el doctorado. Mi contrato actual me exigía desplazarme a un organismo diferente al de donde hice la tesis y en la UPV hay un grupo muy potente de inteligencia artificial.
V.A.- ¿Hay algo que te gustaría descubrir o investigar?
J.C.- No sé, lo que yo hago parece un poco frívolo, está muy orientado al ámbito cultural, a las bibliotecas…
V.A.- Pero la cultura no es frívola.
J.C.- Es cierto, pero tengo amigos que investigan temas relacionados con el cáncer. Yo siempre digo que la investigación pública está precisamente para investigar aquello que repercute indirectamente en la sociedad.