Un docente es el que te enseña a amar el conocimiento, el que te anima a seguir aprendiendo o el que te permite que constantemente te asombres. Para la sociedad, el docente es quien con sus acciones tiene el poder de construir personas que cambien el mundo y cuando las hostilidades son cada día mayores, el docente y su reconocimiento se vuelve más necesario que nunca.
Ayer, 5 de octubre, los docentes celebraron su día, justo cuando se cumplen 70 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos en la que, por fin, la educación se reconocía como un derecho fundamental. El tema central de este año pone la vista en la importancia del profesorado mediante el lema “el derecho a la educación implica el derecho a docentes cualificados” y en Vista Alegre hemos conversado con dos docentes muy especiales. Nuestra primera protagonista, Lolita Sánchez, fue profesora durante 42 años y ejerció como directora en el Colegio ‘Virgen del Carmen’. La segunda, Inma Martínez, es una auténtica revolucionaria que se niega a mantener al margen del mundo a sus alumnos del colegio Alpe. Ella es una de las tres profesoras -junto a Monti Ferrer y Fini Miralles del Colegio Ciudad del Mar- que ejercen en Torrevieja y este año han sido nominadas a los II Premios Educa Abanca ‘Mejor Docente de España’.
Lolita Sánchez, exdirectora del colegio ‘Virgen del Carmen’: “La incorporación de la mujer al trabajo ha conllevado cambios en los centros”
Lolita Sánchez sintió la vocación docente desde muy temprano, cuando todavía estaba en primaria. Esta torrevejense recuerda cómo de joven, cuando aprendía las técnicas de estudio o hacía esquemas, pensaba en que le gustaría transmitir conocimientos a los demás y también reconoce que en esos años estudiar magisterio “era la salida más rápida para las familias que no tenían más posibilidades”. Ahora recuerda algunas de las escuelas de su época como las graduadas para chicos o su escuela, la unitarias de chicas, que tenía alumnas de todas las edades y se encontraba en la que ahora se llama calle Diego Ramírez. Para Lolita organizar una escuela unitaria “era todo un arte” y cuenta que cuando se terminaba esta fase, se lograba el certificado de estudios primarios que permitía optar a un puesto de trabajo y quien quería seguir estudios superiores se trasladaba a las academias o salía fuera de Torrevieja, sobre todo a Murcia y Alicante. Lolita tiene palabras de reconocimiento para aquellos profesores “que hicieron una gran labor y ahorraron muchos costes a las familias”. Especialmente recuerda a su única profesora durante la infancia, Doña Juanita Samper, con la que después llegó a compartir trabajo en el Colegio “Virgen del Carmen”.
Inma Martínez, profesora del colegio Alpe: “Hacemos personas fuertes y seguras para estar en sociedad”
Inma Martínez estudió psicología educativa y su nominación al Premio a Mejor Docente de España llega cuando acaba de cumplir 25 años en la docencia. “Terminé la carrera en junio y en septiembre ya estaba aquí, en el colegio Alpe”. Dice que siempre tuvo claro lo que quería, que con ocho años, “cuando la psicología se asociaba a la locura y ese tipo de cosas”, ella ya sabía que quería trabajar con personas con necesidades educativas. Hoy, después de mantener una larga conversación con ella, hemos comprendido que Inma debía dedicarse a la enseñanza, y es que después de leer esta entrevista entenderán que la educación especial le debe un ‘gracias’.
Vista Alegre .– Lo primero, ¿cómo estás viviendo esta nominación?
Inma Martínez .- Sorprendidísima. Me pilló totalmente por sorpresa todo, la nominación y la existencia de estas nominaciones. Estaba en casa y me mandaron una noticia en la que decía que seis profesores de la Vega Baja habían sido nominados. Al abrir el enlace, no me lo podía creer… Luego me enteré de que habían sido unos padres los que me habían propuesto y todavía estoy atónita.
V.A.- Llevas 25 años ejerciendo, ¿cómo ha cambiado la educación?
I.M.- La educación y la educación especial han progresado, aunque no todo lo que debieran. Hablamos de inclusión, integración o normalización, pero no se ha logrado y no se ha avanzado lo suficiente. Es cierto que cuando empecé éramos un sector excluido que causaba miedo, temor y rechazo. Lo que más me enganchó de Alpe fue su lucha por la integración, aquí nos dejaron siempre claro que había que tocar a todas las puertas para que hubiese integración en la sociedad, pero cuesta muchísimo y hay que vencer el rechazo y también la hiperprotección. Se ha avanzado, ahora no se apartan cuando nos ven, las empresas nos dan oportunidades y también hay una concepción más realista. Este año, una alumna nuestra empieza la universidad.
V.A.- Eso hace 25 años sería impensable…
I.M.- Desde luego, la evolución es importante aunque queda mucho por hacer. En el colegio creamos un programa de transición a la vida adulta, con un módulo de prácticas, y hemos logrado que algunas empresas nos den la oportunidad de hacerlas allí. Ha sido una gran lucha y ahora los empresarios se sorprenden de las cosas que hacen nuestros alumnos. Necesitamos oportunidades porque hay una mucho etiquetaje y tópicos. No ha sido fácil demostrar que sienten, sufren, padecen y les gusta lo mismo o parecido que al resto.
V.A.- ¿Qué características han destacado de ti para nominarte?
I.M.- Dicen, pero es algo que todo el equipo hacemos y buscamos, que soy muy funcional al trabajar la integración y al explotar el potencial de los alumnos. Soy muy práctica y si tengo que trabajar la toma de decisiones empiezo, por ejemplo, por decirle que se vaya a su clase. Tiene dos puertas para ir y ahí ya debe tomar una decisión. Parto de lo concreto y luego alcanzo niveles de abstracción más grandes mediante una atención individualizada. Los diagnósticos los leo pero me centro en qué me puede dar el alumno y en qué le puedo pedir. Para mí es importante hacerles partícipes de esta sociedad porque viven en ella y tienen que comprometerse. Muchos ni ven el telediario, ni saben qué está pasando, por eso aquí también hablamos de la violencia de género, del drama de la inmigración, de los derechos de la infancia o de la desigualdad en el mundo. Ellos viven en este planeta y me niego a que sigan ajenos. Quiero que se impliquen y adopten un papel activo en la sociedad, que tomen conciencia de la importancia de reciclar o de que hacen un uso exagerado del papel o del agua. Quiero que sepan lo que ha pasado en el mundo y que consigamos que lo malo ya no pase.
V.A.- Para ti, ¿qué tiene que tener un buen docente?
I.M.- Sobre todo tiene que conocer a sus alumnos y adaptarse a las necesidades de cada uno. También es importante que trabaje con las familias, porque lo que pasa en las casas, a los docentes nos interesa. Nosotros procuramos darles muchísima información a las familias y me gusta mucho trabajar con ellas e idear proyectos conjuntamente.
V.A.- ¿Serán estos premios un indicador de que el docente está teniendo un poco más de reconocimiento social?
I.M.- Ojalá, eso espero, porque hemos atravesado una etapa en la que el docente ha perdido su valía y eso es muy grave a nivel social. Pasamos de que el maestro fuese una autoridad y con un papel casi autoritario, algo que tampoco me gusta, a que fuese casi un títere. Los docentes educamos y preparamos a los hijos en coordinación con las familias y eso es un papelón a nivel académico y personal. Somos piezas muy importantes en el desarrollo de la persona.
V.A.- ¿Cuál es tu modelo ideal de educación?
I.M.- El que permita una educación lo más personalizada y menos burocrática posible, y para eso necesitamos que se reduzca el número de alumnos por aula y se invierta en recursos.
V.A.- Con las corrientes que abogan cada vez más por la integración, ¿los centros de educación especial son necesarios?
I.M.- Desde mi punto de vista sí porque la sociedad no está preparada para responder a las necesidades de estos chicos. Todavía hay que trabajar mucho en los centros ordinarios. No se trata de colocar un aula en un centro ordinario y meter a alumnos con determinadas características y un profesional, lo que necesitamos es mucho más. Si solamente se trabaja con esos alumnos y no se hace nada con el resto del centro para que acepte a ese chico como un compañero más, con sus características y con sus diferencias, estamos en lo mismo. Para mí eso también es segregación, aunque adornemos el término. Yo creo que estos centros trabajamos mucho el desarrollo personal y hacemos personas fuertes y seguras para estar en sociedad. Nosotros transmitimos conocimientos académicos y cumplimos un currículo y una legislación, pero también hacemos personas fuertes, que se aceptan.