Quince luchadoras forman el Valencia Dragon Boat BCS (Breast Cancer Survival), el primer y único equipo de esta categoría en la Comunitat Valenciana. Formado actualmente por mujeres de entre 38 y 65 años que han padecido cáncer de mama, el conjunto estuvo el pasado fin de semana en Torrevieja en el III Intercontinental Dragon Boat Festival en el que participaron más de 300 regatistas de España, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Sudáfrica y Nueva Zelanda. La competición, organizada por la Asociación Española de Dragon Boat, el Club Náutico Marina Internacional y Thais Sport Club y Movement LIFEM, contó este año con la categoría BCS en la que se inscribieron cinco equipos.
El movimiento del Dragon Boat BCS está viviendo un crecimiento exponencial en todo el mundo y ya hay más de 400 equipos y 9.000 palistas que comparten este sueño.
Vero Petit es la impulsora del conjunto valenciano y sus compañeras dicen de ella que “se empeñó y se movió como una leona para formarlo”. El equipo lleva menos de un mes entrenando aunque Petit comenzó a moverse hace casi un año. “El 13 de septiembre nos dieron el barco y esta ha sido nuestra octava salida al agua”, dice orgullosa como portavoz de un grupo que ha encontrado en esta práctica compromiso, ilusión y superación. Se juntan tres días a la semana en la Marina Sur de Valencia para entrenar y para plantarle cara a la enfermedad. “Porque juntas somos más fuertes”, reivindica Petit.
“A mí este deporte me aporta compañerismo y el compartir una experiencia con mujeres que estamos pasando lo mismo. Hacemos deporte, que es beneficioso para nuestra salud porque muchas tenemos lifedema, y además lo pasamos genial”, nos dice Ana antes de competir. Para Rosa el sentimiento es de “ilusión”, y es que dice que la sensación de ver la ciudad desde el mar es algo casi inexplicable.
En 1996 el Doctor McKenzie desafió con su estudio el pensamiento médico que consideraba hasta el momento que las mujeres tratadas de cáncer de mama debían evitar el ejercicio riguroso de la parte superior por temor a desarrollar linfedema, un efecto secundario del tratamiento. Pero hoy, las evidencias médicas, las prescripciones de los especialistas y la experiencia de estas mujeres nos muestran que las estadísticas y la ciencia se pueden desafiar.