La sensación que te queda después de terminar tus vacaciones es de agotamiento: deberíamos tener otras vacaciones para descansar de las vacaciones. Hay, además, una cosa muy curiosa: el camino de regreso siempre parece más corto que el camino de ida, como si volver fuera más fácil que marcharse, como si estar cerca fuese más sencillo que estar lejos.
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Me gusta ver a alguien tomando notas en una pequeña libreta. Yo mismo lo hago con frecuencia. Tengo varias libretas empezadas desde hace años. Unas con las anotaciones en forma de diario, unas veces más continuas y otras más espaciadas; otra libreta donde anoto los libros que, año tras año, voy leyendo; otra con algún haiku que se me ocurre; otra con las palabras que voy recogiendo sobre un determinado tema para, en un fututo, tratar de escribir algo. Son como las diferentes estancias o habitaciones de una misma casa. En todas me siento igual de cómodo, aunque no todas sean igual de bellas.
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Dejar de fumar es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Todo son cosas buenas, desde el tema de la salud hasta el tema económico. Sólo hay una cosa que me produce cierta tristeza: que ya no puedo fumar en pipa. A veces veo la pequeña colección que llegué a reunir (alguna de cuyas piezas fueron regalo de personas muy queridas) y siento algo parecido a la nostalgia por esos momentos, únicos e irrepetibles, en los que cargaba con paciencia la cazoleta con la mezcla de tabaco escogida, prendía con mimo la mecha y encendía con paciencia digna del siglo XIX el hornillo. Fumar en pipa era algo parecido a meditar. Hay que tener paciencia, tiempo, ganas de disfrutar. No tiene nada que ver con fumar un cigarro, algo que se hace normalmente de forma nerviosa y automática. La pipa requiere de unos rituales que son casi tan importantes como el mismo hecho de fumar.
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Veo el documental “El leopardo de las nieves”, complemento perfecto al libro de Sylvain Tesson que he leído estos días en mi viaje a los Pirineos. Una historia sobre la paciencia, la lentitud y la observación. Me recuerda a los viejos documentales de Flaherty. En algunas imágenes, bellas y poderosas, se ve a Tesson tomar notas en una pequeña libreta. Sonrío.
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Allá donde voy me sigue emocionando el sonido de las campanas de las iglesias; ese lenguaje universal que nos une a todos sin importar dónde nos encontremos.
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Idea reaccionaria: escribir una carta.
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Fumar en pipa, observar el entorno, el sonido de las campanas, escribir en pequeñas libretas. En el fondo hablo de lo mismo: de intentar estar en el mundo de una determinada manera.
Marco Antonio Torres Mazón