“Será la décima. Será la última… pero no será el final”.
La tarde del viernes pareció que los dioses no iban a ser propicios para que partieran los Centinelas. Pero al final resultó que lo que Amílcar el Rayo hacía era prepararnos el camino.
Preparados como estábamos para una nueva noche tropical la tormenta nos dejó una noche espléndida para correr. De modo que a la hora fijada, a la una de la madrugada del pasado sábado 16, desde el Hospital Universitario de Torrevieja se dio la salida de la X RUTA DE LOS CENTINELAS. Cinco centinelas: dos mujeres y tres hombres, dos dulces y tres salados dieron las primeras zancadas de esta Ruta. De nuevo el aro y una hermosa luz Azul encendida emprendieron el camino entre amigos y familiares.
Así una vez más fuimos encendiendo torres una a una. Entre charcos y un mar algo embravecido llegamos a la torre de Cabo Roig, fue emocionante ver como el reto de Ana y Mariangeles se vió superado en ese momento. Pasamos junto a la pirámide, Aguamarina, La Glea, Campoamor, Mil Palmeras y de ahí la segunda torre, Torre de la Horadada. Desde ahí quedamos dos dulces, pues el reto de Javi también quedó cumplido, no más que dos personas con diabetes portando un aro azul. ¡Abre los ojos, si yo puedo… tú también!
Manuel y Javi, a velocidad de crucero fuimos encendiendo las siguientes: por la playa de las Higuericas y el Mojón a la Torre Derribada. Aquí vivimos un momento mágico: la tormenta había cuajado de gotas las ramas de los tarays y a la luz de nuestros frontales un bosque élfico se presentó ante nosotros, la noche nos ofreció toda su magia y ya se sabe “anima sana in corpore sano”
Todo iba según el plan y las glucemias controladas, alguna alarma en mitad de la noche pero para eso están para dar aviso como un centinela.
Y así por el molino Quintín y Lo Pagan, hasta Santiago de la Ribera. Habían caído 27 Km, momento de avituallar para hacer frente al siguiente tramo y allí a los pies de Santiago, símbolo inequívoco del Camino, sea cual sea repusimos nuestras fuerzas.
Siempre es duro volver a coger el ritmo de carrera pero de eso se trata, por lo que a nuestro tran-tran tomamos dirección a los Alcázares y vaya si cogimos el ritmo, además a partir de aquí, no escuchamos alarmas, estuvimos en rango, la experiencia y un poco de suerte que con todo hay que contar, nos llevó por toda la orillica del Mar Menor hasta la Torre del Rame donde Boni se unió a la Ruta. Lejos de pesar los kilómetros entre los tres fuimos apurando las horas de noche que quedaban que ya no eran muchas pues con media hora de adelanto sobre el horario previsto alcanzamos la Torre del Negro y las primeras luces del día salieron a nuestro encuentro iluminando la superficie del Mar y dibujando la silueta del Carmolí frente a nosotros.
Era nuestro objetivo que esta última Ruta de los Centinelas fuera la más rápida, así estaba diseñada y parece que lo íbamos a conseguir. En este punto Manuel cumplió su objetivo, con creces habría que decir, pues su ofrecimiento inicial era acompañarnos hasta Torre de la Horadada y se plantó en Torre del Negro tras cubrir la bonita cifra de 42 Km, una maratón, y es que como reza nuestro lema, No corro solo… de hecho un nuevo horizonte se abría ante nosotros, la ruta de los molinos del Campo de Cartagena y Javi decidió que no se la quería perder, así que a los 15 primeros kilómetros quiso sumar estos 15 últimos. Adelante…
Salió el sol a nuestra espalda por lo que nos volvimos a recibirlo, una vez que se asoma todo cambia a nuestro alrededor y pudimos disfrutar de una tierra roja regada por la tormenta y un paisaje de molinos desventrados y desmochados, vestigios de un tiempo pasado, bello, tan dignos en su ruina que merecerían mayor cuidado por nuestra parte. Así molino a molino tres centinelas se acercaban a su destino.
La ciudad de Asdrúbal ya estaba a nuestro alcance, se ven los montes que la circundan, kilómetro 50, 51… la emoción de estar culminando nuestro reto no se puede explicar con palabras, han sido diez años, han sido cientos los corredores, montones de historias, hiper, hipos, torres, molinos, montañas, arenales, saladares, ramblas y siempre hemos alcanzado nuestra meta, a sabiendas que lo importante no es la meta, sino el camino.
La última cuesta, la que nos deja en el alto del Cabezo Beaza para caer a la Torre Ciega, la subimos con un nudo en la garganta, con ojos llorosos y serenos ya se avistan las cinco colinas.
Tras 8 horas y 35 minutos, tras recorrer 57 kilómetros pisamos Cartagena con veinte minutos de adelanto al horario previsto. Ha sido una última cabalgada digna de Centinelas.
Desde allí solo resta entrar caminando hasta las puertas carthaginesas de la ciudad situadas en la Muralla Púnica, nos acompaña la Asociación de diabetes de Cartagena y comarca – Sodicar, las Tropas de Aníbal, el Consejo Carthaginés, amigos y familiares y francamente no tenemos palabras, solo decir a todos los que estos diez años habéis compartido con nosotros GRACIAS.
Hoy cerramos un círculo.
Será la décima. Será la última… pero no será el final. Nunca el final.
Estamos siempre para ti, siempre Diabetes y Deporte, en el correo electrónico centinelasdiabetes@gmail.com
Centinelas