Antoni Jakubowski
Crítico Musical
Una verdadera explosión de sonidos hermosos, vivos y dinámicos, cómo también dulzura de calma celestial, tuvo lugar el pasado sábado, 17 de febrero, en la sala sinfónica del Auditorio Internacional, ofrecida por la Orquesta Sinfónica de Torrevieja, bajo la dirección del maestro José Francisco Sánchez y el pianista invitado Francisco Fierro, que presentaron una maravillosa velada compuesta por dos platos suculentos – perlas de los clásicos vieneses.
En la primera parte interpretaron el Concierto para piano y orquesta No 5, Op.73, conocido como “Emperador” del inmortal L.Van Beethoven. Aunque el origen del sobrenombre “Emperador” para la obra es desconocido, con seguridad no tiene relación alguna con un político de la época. Hay que estar de acuerdo que por reflejar la seriedad, majestuosidad como también por el carácter rítmico, melódico e incluso hímnico del contenido musical, fue sumamente justa la adopción de este sobrenombre.
Y así, con todas estas características y detalles, el concierto fue presentado por el fabuloso pianista invitado Francisco Fierro, con el acompañamiento de la Sinfónica dirigida por el maestro José Francisco Sánchez. Los primeros compases de la introducción ya confirmaron mi creencia, que sería testigo de una interpretación sumamente exitosa, musicalmente brillante y muy madura. A parte de la impresionante técnica y musicalidad, Francisco Fierro destacó con su gran control de la claridad de texturas, una atención a todos los matices y adecuados estados de ánimo. También hay que destacar su gran precisión rítmica (primer movimiento), el fraseo melodioso del segundo y el virtuosismo del Rondó Final. Además del control absoluto, la orquesta demostró una atención suprema a cada una de las entradas, poniendo una articulación clara y manteniendo una memorable y fabulosa colaboración con el pianista. El público torrevejense presenció una interpretación del “Emperador” digna de las mejores salas de conciertos. ¡Bravo!
En el mismo estado de ánimo fue presentada la segunda parte del concierto, cuando la Sinfónica de Torrevieja ofreció la interpretación de la Sinfonía No 39 K.543 de W. A. Mozart, la primera de las tres últimas, compuesta el año 1788 y al parecer nunca ejecutada durante la vida de Mozart. En varios aspectos la Sinfonía No 39 es inusual, ya que pertenece a las pocas donde no aparecen los oboes, lo que significa que está vez los clarinetes llevan una prominencia inusual. También tiene una introducción lenta, un rasgo poco común en Mozart. El Finale está construido a base de un solo tema, explorado y trabajado, aunque los finales de Mozart son a menudo notables por su gran cantidad de ideas melódicas.
El maestro José Francisco Sánchez, a través de la Orquesta, nos ofreció una versión fresca, alegre y amena, formando una estructura perfecta – cumbre del clasicismo. En todo momento Sánchez pareció muy cómodo al mostrar la sensación de haber encontrado los momentos de aliento en el pentagrama de la obra, a la vez aportando la “garra” que Mozart a menudo agrega en esta Sinfonía.
Durante los cuatro movimientos de la obra, se pudo observar una alegría y disfrute en la ejecución de los músicos, uno de los importantes ingredientes de servir el contenido musical para mejor percepción por el público presente. Dado el éxito, la orquesta y el maestro Sánchez ofrecieron la propina “Las bodas del Fígaro”, la Obertura de W.A. Mozart.
Escuchar la Sinfónica de Torrevieja, bajo la dirección de su titular J.F. Sánchez, es un sinónimo de alta calidad y buena garantía para los oyentes de pasar un rato mágico con los “clásicos de Viena”.