VII Jornadas (2024) Lagunas de Torrevieja y La Mata: paisaje cultural, historia y patrimonio

Francisco Sala y Amparo Moreno rescatan del olvido a las mujeres salineras.
El minucioso trabajo de documentación fue presentado en una conferencia al alimón.

Antonio Sala Buades. Como viene siendo habitual en las últimas Jornadas sobre las Lagunas de Torrevieja y La Mata, una de ellas fue dedicada a un ámbito estrictamente local. A las ocho de la tarde del viernes 10 de mayo, en un abarrotado salón principal de la Sociedad Cultural Casino, el licenciado en Antropología Social y Cultural y cronista oficial de la ciudad, Francisco Sala Aniorte, y la doctora en Antropología e historiadora Amparo Moreno Viudes desarrollaron su conferencia «Las mujeres salineras». Asistieron, con la vicepresidente de la entidad anfitriona, Asunción Valenzuela, la concejal Gitte Lund Thomsen, así como numerosos salineros y familiares de las grandes protagonistas de la sesión.
Presentó el acto la coordinadora de las Jornadas y directiva de Ars Creatio Ana Meléndez, que informó sobre la primera de las actividades, los talleres infantiles del pasado sábado, y de las próximas, las dos rutas (interpretativa e histórica), que tendrán lugar en entornos naturales y que completarán este ciclo, organizado como cada mes de mayo por la citada asociación cultural.
Partiendo de la fotografía cedida por los estudios Darblade que ilustra el cartel de esta séptima edición, en la que aparece una mujer apoyada en uno de los soportes del caballete de las Eras de la Sal con un capazo a su lado, fue expuesto al público el resultado del trabajo de investigación histórica de Francisco Sala y Amparo Moreno.
Aunque por la dureza (y en no pocos casos el peligro) de las tareas que acarreaba la explotación salinera, ésta fue llevada a cabo mayoritariamente por hombres, ambos ponentes destacaron las labores de las mujeres, asimismo fundamentales para el funcionamiento de la empresa y el mantenimiento de las condiciones de los obreros. El espacio cotidiano de las mujeres era el pueblo, el ámbito doméstico, con los cometidos de intendencia y administración propias de las casas; pero también se ampliaba hasta cerca de las lagunas.
Francisco Sala se remontó a los sucesos de 1913, en que, tras una serie de despidos del a la sazón administrador de las salinas, muchas mujeres contribuyeron en las manifestaciones para reclamar la vuelta al trabajo de sus maridos. La situación no se arregló y degeneró meses después en graves disturbios, incluso con disparos hacia los manifestantes, y el posterior encarcelamiento de varios de ellos, entre los que se encontraban siete mujeres, cuyos nombres fueron citados.
Continuó Amparo Moreno refiriendo la cotidianidad del sonido del cambio de turno que llegaba hasta la calle del Pozo (hoy Diego Ramírez), y cómo las mujeres, además de organizar cada vivienda, conocían la empresa y el proceso productivo, hasta el punto de saber cuánto tiempo habrían de estar los hombres empleados cuando veían un barco en el puerto. El capazo, con el que aportaban el alimento diario a los maridos, se convertía en un elemento de conexión entre la vida doméstica y la laboral.
En las fotografías que ilustraban la conferencia, fueron mostradas diversas fichas de filiación con los nombres de las mujeres contratadas por la empresa y las labores que desempeñaban. Algunas procedían de otras localidades y venían a Torrevieja por la necesidad de encontrar unos ingresos con los que subsistir. Muchas de estas mujeres estaban catalogadas como «solas» (solteras o viudas, generalmente de un salinero cuya estela seguían) y se les ofrecían trabajos asistenciales. Uno de ellos era el servicio doméstico de la vivienda del administrador de las salinas, sito en el paseo Vista Alegre, actual sala de exposiciones. Estas empleadas se contrataban «amesadas», o sea, cobrando por meses (cuando lo habitual en los hombres era por semanas y, posteriormente, por quincenas). El conocido refrán «Dios aprieta pero no ahoga» se llegó a aplicar popularmente también a la empresa salinera. Amparo Moreno reprodujo textualmente algunos relatos de antiguos trabajadores, con la emotividad que cabe suponer en el auditorio.
Uno de los oficios históricos era el de fontanera, encargada de la gestión de las fuentes que, antes de la conducción del agua en tuberías hasta los domicilios, había repartidas por el pueblo. El agua era fundamental tanto para la hidratación de los obreros en las largas jornadas de trabajo como para el mantenimiento de la maquinaria. Algunas fontaneras se incorporaban a muy avanzada edad. Cuando las fuentes dejaron de ser necesarias en las calles de Torrevieja, las fontaneras pasaron a limpiadoras.
Otros empleos típicamente femeninos en la empresa salinera eran el de dependiente del economato, puesto en funcionamiento en noviembre de 1941, y el de oficinista. A partir de los 80, con los nuevos tiempos para las instalaciones salineras, algunas tareas cambiaron, al relacionarse con el turismo y el ocio, y destaca la novedad de las mujeres con mayores responsabilidades en la empresa, encargadas de dirigir a grupos de hombres.
Después de las preguntas del público, Francisco Sala y Amparo Moreno recibieron sendos recuerdos de Ars Creatio como agradecimiento por su colaboración en estas VII Jornadas sobre las salinas. Un punto de vista inédito hasta la fecha, al menos tan minuciosamente y como tema monográfico, ya que algunos de estos nombres de mujeres venían reflejados en las listas expuestas en las Eras de la Sal.
De esta manera, se ha escrito un nuevo capítulo que ayuda a completar la historia de Torrevieja con unos nombres y unas circunstancias personales que, como los que más, deben figurar en ella con todo merecimiento, por tratarse de una época en la que un amplio porcentaje de la población laboral se hallaba empleada en las salinas. Cada cual desde su puesto, y con su siempre digno cometido, contribuyó a la prosperidad de lo que entonces era un pueblo y que hoy, pese a todos los pesares, no ha perdido su esencia de cloro y sodio.