No es fácil, y menos para mí, enfrentarme a una tarea complicada como es la de hacer una semblanza de un gran hombre, tanto física, moral y profesionalmente hablando como fue Pepe.
Yo hace 16 años que me jubilé pero, a pesar del tiempo transcurrido, siguen claros en mi mente momentos pasados en el Colegio Cuba. Recuerdo esos ratos vividos en la casa del conserje del colegio, durante el recreo. Momentos de relajación, charla y buena amistad entre compañeros. Entre todos ellos destacaba D. José, Pepe para nosotros. Ocupaba un gran espacio de la sala, era su sitio, el lugar de Pepe.
Recuerdo las discusiones que tenía con Ascensio, también fallecido, sobre cuál de los dos había entrado el primero en el colegio cuando se inauguró, allá por el año 1972. Pepe era un buenazo, pero cuando perdía la paciencia y sacaba su carácter fuerte era para tenerlo en cuenta. Casi siempre se salía con la suya.
Recuerdo las actividades extraescolares en la que participaba. Era fenomenal que viniera porque los alumnos se portaban mucho mejor, pues Pepe era, lo que solemos decir, un “maestro a la antigua” que se hacía respetar pero a la vez respetaba a todos. Lo tenía muy fácil con esa planta majestuosa.
Normalmente sus alumnos, al pasar de curso, se incorporaban al mío. Era una suerte para mí porque sabía de la preparación de los mismos en las materias básicas: Matemáticas, Ortografía, lectura, etc. Era un maestro integral.
No quiero alargarme más. Soy de la opinión de que una persona no muere definitivamente mientras perdure su recuerdo en los demás y el de Pepe será inolvidable para una enorme cantidad de personas, sobre todo sus miles de alumnos, compañeros de profesión y amigos.
Descanse en paz nuestro amigo y compañero Pepe. Siempre estarás en nuestro recuerdo.
Vicente Luengo Alvado.