Existe una nueva forma geométrica, el escutoide, y aunque la RAE todavía no reconoce esta palabra, algunas de las revistas científicas más prestigiosas del mundo ya se han hecho eco de ella.
El torrevejense Pablo Vicente Munuera pertenece al grupo de investigadores españoles liderado por Luis M. Escudero que mientras estudiaba el desarrollo embrionario de los animales descubrió que las células epiteliales -las que recubren las superficies internas y externas del cuerpo- se multiplicaban y formaban de una manera extraña que se adaptaba a la curvatura de los órganos. Así descubrieron esta forma geométrica desconocida hasta el momento que han llamado escutoide debido a su parecido con el escutelo, que es la parte del tórax de algunos insectos.
El hallazgo, fruto de la colaboración de un equipo de la Universidad de Sevilla y la de Lehigh, ya ha dado la vuelta al mundo pues revela que estas células no se juntan con prismas, como se pensaba hasta ahora. El estudio supone un gran avance para la ciencia y sus avances ayudarán a entender cómo se forman los órganos durante el desarrollo y qué puede fallar para que se produzcan algunas enfermedades.
Pablo Vicente y Pedro Gómez Gálvez son los primeros autores de este trabajo que también firman científicos del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo y del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. El joven torrevejense de 28 años comenzó sus estudios en el Colegio Inmaculada y después continuó en el Instituto de Las Lagunas. La elección de la carrera, Ingeniería Informática, dice que fue por puro azar, aunque allí descubrió dos cosas que le entusiasmaron: programar y la Inteligencia Informática. Cuenta que el profesor Francisco Escolano le guio y avivó la vena investigadora que ahora está desarrollando en el doctorado mientras hace lo que más le gusta, investigar y programar para que la ciencia avance.
VISTA ALEGRE- ¿Por qué te decantaste por estudiar ingeniería informática?
PABLO VICENTE – Tenía muchísimas dudas con qué elegir. Me gustaban los videojuegos, pero pretendía hacer ingeniería aeronáutica en Madrid para ser controlador aéreo. Sin embargo, a la hora de la elección me lo pensé dos veces y preferí empezar haciendo Ingeniería Informática en la Universidad de Alicante. Fue una gran decisión.
V.A.- ¿Cuándo descubriste tu vocación de investigador?
P.V. -Pues fue casi acabando la carrera. En informática hay mucho trabajo en la industria y la investigación no es algo que se promulgue demasiado, al contrario que en otras carreras. Encontré a Francisco Escolano en una de las optativas que cursé en 4º año y le propuse hacer el proyecto fin de carrera con él, e investigamos redes de interacción proteína-proteína. Siempre he intentado hacer algo que ayude a la sociedad de alguna manera y la investigación hace eso. Haces cosas muy interesantes, y si encima encuentras algo molón… Es un sentimiento muy especial.
V.A.- ¿Tu estancia en Escocia te sirvió para orientarte a tu rumbo definitivo?
P.V. -Me sirvió para darme cuenta de que quería seguir investigando. Además, encontré gente maravillosa allí y descubrí que puedo adaptarme a otras culturas fácilmente.
V.A. – La investigación en España no está lo suficientemente valorada y apoyada, ¿cómo ha sido continuar tu progresión profesional en Sevilla?
P.V. -Pues es un poco curiosa la historia. Dadas mis bajas notas en la carrera, no podía optar a ninguna beca en España, con lo que la opción más lógica era irse a otro país dónde sí invierten dinero en investigación y no necesitas tener grandes notas para ser contratado, sino ser curioso u otras características más propias de un investigador. Yo eché a unas 10 o 15 ofertas de trabajo de las cuales solo una era en España, concretamente en Sevilla y pensé que me iría con el primero que me dijera que sí. Tuve varias entrevistas y no me terminaban de decir nada, aunque luego rechacé varias ofertas, y finalmente Luisma Escudero fue el primero que me llamó. No me lo pensé dos veces.
V.A.- ¿Te sientes bien en Sevilla?
P.V. -La verdad es que sí, es una ciudad que ofrece grandes posibilidades, aunque siempre se echa de menos un caldico con pelotas o una paella de la Vega Baja.
V.A.- ¿Qué ha supuesto para la ciencia el descubrimiento del escutoide?
P.V. – Ahora mismo hay muchas investigaciones que hacen simulaciones computacionales, o que analizan tejidos epiteliales de órganos. A partir de ahora, todos estos estudios tienen que tener en cuenta la presencia o no de escutoides para hacer un análisis completo. Además, al ser un trabajo multidisciplinar en el que hemos trabajado biólogos, matemáticos, físicos o informáticos, hace que sea muy general y atractivo para el público. Estoy seguro de que muchas disciplinas lo mencionarán en sus trabajos.
V.A. – ¿Y para ti personalmente qué significa?
P.V. -Tener un artículo de este calibre, siendo primer autor, ayuda mucho, te da visibilidad y te abre puertas futuras. Por otro lado, me permite acercar la ciencia a la sociedad divulgando el descubrimiento. Gracias a la repercusión mediática que está teniendo también nos facilita obtener más financiación para seguir investigando y, de paso, seguir cobrando.
V.A. – ¿Queda mucho camino por recorrer para ir conociendo nuevos datos?
P.V. – Queda por explorar muchas cosas del escutoide. Los matemáticos quieren definirlo bien con teoremas; los físicos quieren ver qué implicaciones tiene a la hora de analizar la mecánica de un tejido; y nosotros queremos investigar por qué, biológicamente, ocurre el escutoide, queremos saber si persiste con el tiempo, si ocurre en animales y plantas. En esta última pregunta estamos trabajando ahora mismo, porque las células animales y de plantas son diferentes y puede que no se comporten igual en este aspecto.
V.A. – Estamos en unos momentos en los que las tecnologías 3D se están imponiendo, ¿hasta dónde pueden cambiar nuestras vidas con estas aplicaciones?
P.V. – Según mi opinión, tienen una gran ventaja y es que acercan mucho la tecnología a toda la sociedad de una manera económica. En nuestro caso concreto, podría ser el poder imprimir un órgano en 3D. ¿Te imaginas a un cirujano imprimiendo un órgano funcional completamente a la medida del paciente? Aunque está todavía bastante distante su desarrollo, esto mejoraría la vida de muchas personas de cualquier clase social.
V.A. – Con este descubrimiento, ¿qué avances podrán aplicarse en las personas en un futuro?
P.V. -En nuestro caso, yo creo que no es un avance que se pueda aplicar directamente hoy a la sociedad, pero en ciencia se dan pequeños pasitos cada día para ir avanzando. Uno de esos pasos ha sido el descubrimiento del escutoide.
V.A. – ¿En el Instituto Las Lagunas comenzó todo?
P.V. – Todo influye. Es cierto que el instituto me influenció de muchas maneras y los profesores tuvieron mucho que ver. Lo que creo que habría que recalcar y me gustaría que tomaran nota los más jóvenes es que no quiere decir nada que se te dé mal el instituto. Yo tuve un 5.75 de media para entrar en la Universidad, en el instituto no se me daba ninguna asignatura especialmente bien y creo que ahí reside un poco la lógica de que haya acabado siendo un híbrido informático-biólogo.
V.A. – ¿Qué te gustaría conseguir en el futuro?
P.V. – Ahora mismo el futuro queda lejos. Me quedan todavía uno o dos años para leer la tesis. Cuando llegue el momento mi yo del futuro decidirá lo que crea conveniente.