Cuaderno de verano IX: Un eco en mi noche

Cuaderno de verano IX: Un eco en mi noche

Qué tentadoramente fácil puede parecer escribir un buen poema; qué difícil es siquiera escribir un verso medio decente.

Leyendo estos días uno de esos libros que tenía anotado para leer desde hace mucho tiempo pero que, por una cosa o por otra, nunca me ponía a ello. Teresa de Ávila: Biografía de una escritora, de Rosa Rossi. Llego a este libro a través de José Jiménez Lozano, quien escribe una suerte de iluminador epílogo, y de otras referencias que ahora no vienen al caso. Es un gran libro, sobre todo teniendo en cuenta lo complicado que es hablar de los verdaderamente grandes (Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare, san Juan de la Cruz…) y decir algo interesante sobre ellos; algo que te motive a volver de nuevo la mirada a su mundo y a su obra. 

Atardecer con tintes rosados… parece septiembre y todavía es julio.

Costumbres # 4: Leer algún trozo del Diario de un pintor, de Ramón Gaya, durante el mes de agosto.

Recuerdo que cuando éramos críos íbamos con nuestras bicicletas a todas partes. Era como una extensión natural de nosotros mismos. No importaba demasiado qué bicicleta tenía cada uno, aunque siempre aspirábamos a tener algún último modelo con el que poder presumir un poco, para qué negarlo. Yo tenía una Orbea color blanco y rojo, con su típica esponja de protección en el manillar y en el cuadro. Mi sueño era, sin embargo, una BH California X4 que, según se rumoreaba, tenía el cuadro de aluminio y, por tanto, pesaba menos. Que fuera más ligera era fundamental para hacer nuestros saltos y piruetas de una manera más eficaz. El color de esta bici era blanco y azul, con un tinte azulado en los radios de las ruedas que hacia un efecto precioso mientras estaba en movimiento. Un chico del colegio la tenía. Ay, es curioso que ciertas cosas no se olviden nunca y vivan en nuestra memoria de una forma tan nítida. 

Después de muchos años desde que murió, hoy he vuelto a soñar con mi padre. Hablábamos juntos de una película italiana. Él no la había visto y yo se la recomendaba muy insistentemente. Su voz era clara y reconocible. Al despertar, todavía su eco resonaba en mi noche.

Releyendo la carta de Manuel García Morente donde narra su proceso de conversión en una agitada noche, mientras suena en la radio La infancia de Cristo, de Héctor Berlioz, me doy cuenta de una cosa. Hay algo al final, cuando ya se ha producido la transformación interior, que me recuerda poderosamente la parte final del Cuento de Navidad de Dickens, cuando Scrooge está tan nervioso y feliz, tan renacido, que no sabe cómo actuar. 

En el día de san Ignacio de Loyola, terminado el libro sobre santa Teresa de Rosa Rossi, veo la noticia de que san John Henry Newman será nombrado Doctor de la Iglesia Universal. Sí, somos miembros de una larga cadena. 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no se publicará.