El calendario de la ratafía dice que la noche de San Juan se cosechan las hierbas, por San Pedro se hace la ratafía, por la Virgen de Agosto se embotella y, por Todos los Santos, se filtra y se deja reposar para degustarla en Navidad. Desde la primera receta manuscrita en unos legajos de recetas y remedios caseros recogidos por F. Rosquellas en 1842, en su Santa Coloma de Farners (Girona) natal, este licor del que se tiene constancia desde mucho antes por toda la cuenca de Mediterráneo ha ofrecido y regalado numerosas maneras de cocinar, de relacionarse y de disfrutar.
En este caso, lo utilizaremos como elemento principal del plato en combinación con las calabazas que, siguiendo la tradición anglosajona, se pueden degustar en las mismas fechas que se filtra nuestro preciado elixir de almendras verdes, especias y hierbas aromáticas.
Flan de calabaza
Calabaza
Nata vegetal
Azúcar blanquilla
Iota
Agua
Hacer un almíbar con el agua y el azúcar. Pelar y cortar la calabaza y mezclar con el almíbar y la nata en una bolsa al vacío. Cocinar el conjunto. Una vez cocida la calabaza, añadir la iota y llevar a 80º. Enmoldar y reservar hasta el momento del servicio.
Helado de ratafía
Licor ratafía
Yema de huevo
Azúcar blanquilla
Agua
Hacer una crema inglesa llevándola hasta 85º. Añadir el licor y dejar reposar el mix. Triturar.
Crumble de almendra
Mantequilla
Almendra
Azúcar blanquilla
Harina
Mezclar todos los ingredientes, desmigarlos y cocer al horno a 180º hasta que esté dorado.
Finalización
Colocar una quenelle del helado de ratafía en el plato (se puede colocar ya encima de un poquito de crumble para que no baile). Acompañar el helado con el lingote-flan y culminar con unas pipas de calabaza garrapiñadas y un poco más de galleta.