Once días pedaleando desde París hasta Valencia. Once días de reto, once días de solidaridad. Cuando Antonio Carbonell y su hijo Pablo conocieron la iniciativa de ‘En bicicleta contra el cáncer’ no dudaron en unirse, y el domingo pasado los dos torrevejenses llegaron al Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia junto a Sergio Cepeda -el impulsor de esta iniciativa-, Isi, Fran, Gianluca y Miriam, una triatleta profesional que se sumó en Pamplona. Han pedaleado los 1.500 kilómetros que separan las dos ciudades europeas con el objetivo de recaudar 9.000 euros para un proyecto de oncología infantil que desarrolla la doctora Adela Cañete del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe. Y como la realidad muchas veces superar la ficción, y también las expectativas, el equipo ya ha logrado 11.000 euros y todavía se puede seguir donando a través de la página de Facebook que tiene el mismo nombre que el reto.
Convencidos de que el camino más efectivo para ganarle la batalla al cáncer es el de la investigación, estos torrevejenses han participado en esta iniciativa solidaria que, además, tiene un componente muy personal para ellos. La enfermedad les toca de cerca y eso hace que la aventura sea, todavía, más especial. “Mi padre se encuentra afectado desde hace cuatro años y al enterarme de la idea, supe que tenía que hacerlo. Me encanta el deporte y si encima es por algo solidario, mucho más. Es necesario que todos aportemos un granito de arena para mover masas”, dice Pablo.
Cada día el equipo se levantaba a las 6 de la mañana, desayunaba y con el inicio del día empezaban los primeros pedaleos. Y así, subidos a la bicicleta y escoltados por un coche en el que iban Mercedes -la mujer de Antonio y madre de Pablo- y Ángeles, han cruzado parte de la geografía de Francia y España. “Ellas se encargaban del alojamiento, la alimentación y han trabajado tanto como nosotros”, dice Antonio, quien no puede evitar emocionarse al hablar del reto, pero sobre todo al referirse al calor de las personas. “La gente es mucho más solidaria de lo que nos imaginamos. Por donde hemos ido nos han abierto las puertas y una de las cosas que recordaré de esta experiencia es el cariño de todo el mundo y el haber hecho esto junto a mis hijos; eso lo hace todavía más especial”.
Junto a Pablo y a sus compañeros, Antonio pasó momentos muy bonitos pero también difíciles. La dureza del Puerto de Ibañeta -en los Pirineos- con unos 3.200 metros de desnivel acumulados, hizo que esta etapa fuese una de las críticas. Y recordando las momentos duros pero también los momentos más especiales, padre e hijo coinciden en que el apoyo de la gente de Huarte, un pueblo navarro de donde es un amigo de Antonio que veranea en Torrevieja, ha sido para todos una lección de solidaridad. “Fueron a esperarnos decenas de personas al cruce de la frontera, nos acompañaron en bici hasta el pueblo y se volcaron con nosotros. Habilitaron un colegio para que durmiésemos, el alcalde llevó colchones de su casa, nos dieron de comer y el club de ciclismo de allí nos dio todo lo que tenía a su alcance”, explica Antonio. Pero si para el torrevejense hubo un momento especial, ese fue la llegada a Valencia. “Mi hijo Toni y algunos amigos se unieron en Teruel, y al llegar a La Fe se acumularon muchas emociones. Allí estaba mi familia, mi hija Yasmina, mis amigos, la doctora Adela, algunos enfermeros del hospital… Se me ponen los pelos de punta recordándolo porque fue un momento muy especial. Tan especial que mañana mismo haría otro reto si fuese de este tipo”.