Anotaciones de junio II: Tormentas, paseos, firmas

Siempre se tiene la oportunidad de hacer las cosas mejor. También peor, claro. Por eso conviene pensar muy bien qué vas a hacer con tu próximo intento.

Leyendo a María Zambrano, El sueño creador. Cada vez me gusta más. Tiene unos capítulos sobre don Quijote, sobre la Celestina, sobre Proust, de una gran finura. Y un apéndice, bellísimo, sobre los discípulos en el Huerto de los Olivos.

La llegada del verano me pilla con muchas ganas de otoño.

Es de noche y se acerca una tormenta. Acostado, en la cama, oyes los truenos y ves los relámpagos, que iluminan momentáneamente la habitación para volver, apenas un segundo después, a la lógica oscuridad. Comienza a llover. Vuelves a ser niño y vuelves a estar en la casa de papá y mamá, en tu habitación, en otra noche ya lejana en la que otra tormenta se acercaba.
La tormenta se aleja. El recuerdo…también.

Cuando se tiene un problema la solución no es decir que en la casa de enfrente tienen el mismo problema. Eso, tal vez, pueda servir para poner el problema en su real perspectiva. Pero el problema seguirá estando ahí.

Fin de semana en Madrid para dar una vuelta por la feria del libro. El Retiro lucía precioso bajo una fina lluvia, último coletazo de una primavera que ya nos deja, irrepetible, única.
Hago una pequeña cola para que Andrés Trapiello firme mi ejemplar, recién adquirido, de Fractal del Salón de pasos perdidos, una suerte de resumen o collage de los primeros veinte tomos de su diario. No soy muy dado a este tipo de mitomanías, pero se trata de un escritor por el que siento una profunda gratitud por las muchas horas de felicidad que me han deparado sus libros y por la cantidad de autores que me ha descubierto (o que ha conseguido que lea de manera distinta). Así se lo hago saber cuando llega mi turno y, nervioso y algo torpe, le paso el libro. Le comento también que soy de Torrevieja y que tengo, por tanto, el Museo Ramón Gaya a tiro de piedra. Sonríe. También le digo que estoy cerca de Elche. Sonríe más. Se muestra amble y cercano en todo momento.
Paso por las casetas de mis editoriales preferidas. En una de ellas, Fórcola, está su editor, Javier Jiménez. Le pido un ejemplar del ensayo de Samuel Johnson sobre las Malvinas. Le doy las gracias por su labor editorial.
La cola para que firmen ciertos autores que me gustan no es nada en comparación con la que hacen los que desean la firma de C. Pedroche. Poco más puedo decir…
Hago acopio de muchos libros. Futuras lecturas que ocuparán mis días y que dejarán su rastro en el próximo cuaderno de verano.

Hay ciertas zonas de Madrid que parece que me estén esperando, deseosas de mostrarme todos sus encantos: el Retiro, Cuesta de Moyano, el Botánico…el Prado.

El viaje de regreso, en tren. Veo a A. y E. que, muy cansadas, duermen. Yo, sentado justo enfrente de ellas, miro sus rostros y sonrío feliz.